‘Pesadilla en la cocina’ recibió muy mala propaganda tras las declaraciones de Sole, la propietaria del restaurante ‘El Zamora’, antes ‘Café Zamora’. La hostelera llegó a reunir a un total de 22 restaurantes afectados por el programa, y es que ella mantiene que todo es un show televisivo. Todo esta guionizado, incluso las personas que vienen a comer son elegidas por la productora y ya saben lo que tienen que decir. Además, asegura que ellos ensucian el restaurante y hasta ponen ratas.
Algunos restaurantes están muy contentos con el paso de Alberto Chicote y su equipo por las cocinas, otros no tanto. Un total de 18 restaurantes cerraron tras el programa. Solo mantuvieron las puertas abiertas durante el tiempo que les exige la productora por contrato.
Todos los programas tenían la misma estructura. Nos presentaban un restaurante caótico y después llegaba Chicote a poner orden. En un primer intento no lo conseguía, pero sabíamos que al final del programa solucionaría todos los problemas.
Con el último cierre ya son 18 los restaurantes que han bajado la persiana. Entre ellos encontramos El Castro de Lugo, Phoenix, la Mansión de Navalcarnero, que llevó al programa a juicio, Da Vinci, Mosto Tejero, La Habana, Irlanda, El Vivaldi, El Rincón de Montse, Baltias, Juan de Austria, Hot Beach, La tarantella, Cool Palace, El Rusiñol, La Cueva de Juan, Taberna Lolailo y Casa Pili.
Sole Álvarez revive la polémica
Solé Álvarez, propietaria de ‘El Zamora’, abrió de nuevo el melón en medio de las grabaciones de la octava temporada del programa paralizada por la Covid. El Youtuber de ‘Cenando con Pablo’ acudió a restaurante para hablar con su propietaria y que le contase su experiencia en el programa.
“Fue el primero de la historia de Pesadilla en la Cocina en el que el propio Alberto Chicote se marchó del restaurante sin acabar el programa en plena reapertura”, cuenta el influencer.
“La gente no repara y habla por hablar. No hablan con causa porque ellos no conocen el tema ni mucho menos”. El vídeo acumula ya más de 300.000 visitas, y en él narra que todo el programa estaba guionizado. “Los comensales que vinieron, vienen elegidos por ellos, y esos comensales saben perfectamente lo que tienen que decir y hacer. Dio la casualidad de que en una de las mesas estaban mis cuñados, y me dijeron lo que había pasado, les obligaron a reclamar aunque no querían”, afirma.