Mientras la nueva variante del coroavirus, omicron, comienza a hacer estragos en Europa, un nuevo escándalo sobre la pandemia alcanza al primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson y a su esposa Carrie Symonds, quienes han celebrado “muchos eventos y fiestas” en su residencia oficial, en pleno confinamiento sanitario. La información fue dada a conocer por una fuente cercana al diario 'Daily Mirror', que reveló que la esposa del primer ministro es adicta a las celebraciones y ha destapado el escándalo de varias fiestas masivas en Downing Street 10, durante el confinamiento del año pasado, en los meses de noviembre y diciembre.
Uno de los primeros eventos protagonizados por Boris Johnson, de 56 años y Carrie Symonds de 33, fue su matrimonio, organizado en la residencia oficial, a finales del mes de mayo, donde hacía 200 años que no se celebraba una boda. Prometieron que cuando se flexibilizaran las restricciones sanitarias invitarían a los amigos para celebrar la unión, aunque un comunicado oficial reseñó que hubo 30 invitados a la boda, entre ellos el padre del novio, Stanley Johnson, y sus hermanos Leo, Jo y Rachel.
Pero la llegada de Carrie Symonds a Downing Street 10 se ha tornado contraproducente, en un momento en que los británicos se mantenían en sus casas bajo fuertes restricciones, mientras ella organizaba veladas de amigos. El diario británico revela que unos días antes de Navidad, mientras Londres entraba en el nivel 3 de restricciones, fue organizado un brindis navideño, con copas de vino y regalos de navidad para “celebrar” las fiestas de diciembre. Fueron dos fiestas, la primera el 27 de noviembre y la segunda el 18 de diciembre. Se dijo que alrededor de "40 o 50" personas se apiñaron "mejilla con papada" en una sala de tamaño mediano de la residencia oficial. "Fue una pesadilla de Covid", dijo una fuente que no reveló su identidad. A la segunda fiesta también asistió un Santa Claus Secreto, mientras el resto del país permanecía confinado, a la espera de las vacunas y bajo la amenaza de una segunda ola.
En ese momento, para Reino Unido estaban prohibidas las reuniones. Sólo era posible organizar una reunión menor a 10 personas, y a los invitados no se les permitía mezclarse con nadie externo a su hogar. Pero ninguna de las celebraciones de Downing Street 10 cumplió con estas premisas. Las fiestas de Boris Johnson rayan en la ilegalidad y podría acarrear una multa de 10.000 libras para los organizadores y otra de 200 para los asistentes. "Un tribunal no sería comprensivo con una fiesta organizada por los políticos que establecieron las reglas en primer lugar", reseña el 'Daily Mirror'.
Boris Johnson no desmintió las celebraciones pero negó haber "roto las normas sanitarias" contra el Covid. La oposición ha rechazado la “doble moral” del primer ministro. El líder de los laboristas, Keir Starmer, fue enfático al denunciar que "Johnson no ha negado que las fiestas se celebraron. Ha dicho que no se infringió ninguna norma. Las dos cosas a la vez no pueden ser verdad. Está tomando a los británicos por tontos”.