Los mellizos Jacques y Gabriella cumplen ocho años y aunque suponen ser el ancla de estabilidad y la esperanza de futuro de Alberto y Charlène, una pareja que no termina de salir de la zona de recuperación, no están exentos de la herencia envenenada que les deja su padre.
A su corta edad recién cumplida, Jacques y Gabriella aún tienen tiempo por delante libre de preocupaciones, aunque ya han experimentado en carne propia uno de los dramas más misteriosos de este siglo por parte de la familia Grimaldi. Nos referimos a la desaparición de la princesa Charlène de Mónaco, por motivos de salud.
No nos cabe duda, de que tal como señala el sitio web 'Mujer Hoy', la ausencia de su madre no ha debido de ser fácil para los pequeños, que ya la llevan encima esa carga emocional. Imposible calcular cómo el dolor de la infelicidad de Charlène va a marcar a sus hijos.
¿Cuál es la herencia envenenada de Alberto para sus hijos?
La herencia de estos ahora infantes es la inestabilidad familiar que generación tras generación ha pasado en los Grimaldi, una familia que se ha visto muy perjudicada y señalada por los dramas y enfrentamientos entre sus miembros, algo que, cabe destacar, es muy común en las familias reales. Aunque, en el caso de los principales de Mónaco se trata de una versión intensiva de esta inestabilidad, debido a la agitada vida sentimental de los tres hijos de Rainiero y Grace. Como bien sabemos, tanto Carolina como Estefanía y Alberto han agrandado su familia con diferentes parejas. Entonces hablamos de seis familias políticas con las que lidiar, con sus problemáticas correspondientes. Algo que resulta muy complicado y que, al mismo tiempo aumenta la frecuencia de incidencias y la intensidad de las mismas.
Según el sitio web ya mencionado, lo peor de esta herencia familiar de los Grimaldi es, sin embargo, la que deja el príncipe Alberto. Sus hijos, abocados a dirigir una familia ya de por sí compleja por la cantidad de primos segundos que van a tener que contentar, tendrán que mantener una relación paralela con las familias de sus dos hermanos mayores, Jazmín y Alexandre, que están fuera de la línea sucesoria al trono de Mónaco.
Por su parte, Alexandre es especialmente sensible, pues Nicole Coste, su madre, ya ha dado más de un dolor de cabeza en palacio, con referencias poco edificantes dirigidas a la princesa Charlène. Está claro que no parece que los acuerdos económicos sean suficientes para Coste. Otro factor de negatividad en la herencia de Jacques tiene que ver con su capacidad para decidir su destino. El pequeño será el próximo jefe de Estado y, con toda probabilidad, llegará al poder muy joven. El príncipe Alberto tiene ya 64 años, con lo que es fácil que Jacques sea coronado sin llegar a los 30. Idealmente, el príncipe Jacques no debería esperar a casarse después de los 40, como hizo su padre. Le empujarán, con toda seguridad, a sentar la cabeza cuanto antes.