El matrimonio entre Alberto II de Mónaco y la princesa Charlène ha estado rodeado de un sinfín de polémicas desde sus inicios. La sudafricana ha sido catalogada como la ‘princesa triste’, dado que nunca ha logrado adaptarse a su solitaria vida en Mónaco. Sin embargo, tras su larga ausencia y su estancia en una clínica de salud mental, estos rumores de crisis y hasta de un posible divorcio han acaparado todos los titulares internacionales en los últimos meses. Ahora, Charlène ha retomado su agenda pública, una acción con la que pretendían desmentir que el matrimonio estuviese atravesando su peor crisis hasta el momento, pero las especulaciones no han cesado. De hecho, fuentes cercanas al Palacio Grimaldi han asegurado que no hay ninguna crisis que superar, dado que la relación entre ellos se basa en el cumplimiento de un contrato en el que se le paga un sueldo millonario a Charlène para que siga representando oficialmente al Principado.
De acuerdo con algunos medios franceses, Alberto de Mónaco habría llegado a un acuerdo económico con su esposa para que permaneciera “a su lado” y retomara su agenda oficial como princesa consorte de Mónaco. Según la revista ‘Voici’, Alberto II y Charlène no tienen ningún vínculo sentimental y solo los unen sus dos hijos, Jacques y Gabriella, y un sueldo de 12 millones de euros al año que le Principado le pagaría a la esposa de Alberto para seguir manteniendo una fachada de matrimonio feliz frente al pueblo monegasco.
Sin embargo, este contrato cuenta con algunas cláusulas que especifican que la custodia de los mellizos le pertenece totalmente a Alberto II, por lo que un divorcio estaría totalmente descartado, dado que Charlène perdería todos los derechos como madre y tendría que alejarse de ellos en caso de que Alberto así los dispusiera. Por este motivo, los términos oficiales del contrato señalan que Charlène llevaría una “vida independiente con presencia regularizada”, pero no se divorciará o hablará públicamente de separación.
Charlène y sus refugios fuera del Palacio Grimaldi
Mucho se ha hablado de la vida infeliz de Charlène en el Palacio Grimaldi, por lo que ella especificó que solo se presentará como princesa consorte, junto a su marido, en eventos oficiales, así que no estaría obligada a seguir conviviendo con él en la misma residencia. Se ha especulado que, durante su estancia en Mónaco, Charlène vivirá en el Palacio de Roc Agel, ubicado a 20 km de distancia de la residencia oficial de los Grimaldi. No obstante, se ha especulado que el príncipe Alberto habría adquirido una propiedad en Suiza para que viva su esposa, dinero que no descontado de los 12 millones de euros que le estaría pagando a Charlène para que pueda cubrir sus “gastos personales”.
Además, la revista alemana Bunte aseguró que la princesa suele refugiarse en una recóndita propiedad ubicada en el Parque Nacional de Mercantour en los Alpes franceses, una casa sin muchos lujos a la que solo se puede acceder caminando o en un coche 4X4, todo esto para no coincidir con sus cuñadas, Carolina y Estefanía de Mónaco.