En una entrevista reciente concedida al periódico ‘Monaco Matin’, la princesa Charlene de Mónaco dijo que se sentía “mucho mejor que en los últimos años. Siento menos dolor y mucha más energía”. Sin embargo, todo parece indicar que su estado de salud no ha mejorado del todo y todavía estaría padeciendo a causa de algunas de las secuelas que le dejó la infección otorrinolaringológica que casi acaba con su vida en 2021, así que ha tomado la decisión de pedirle a sus padres que se muden al Principado para que la ayuden a mejorar, puesto que la sudafricana afirma que “mi familia y mis personas queridas son mi roca”.

Por ese motivo, los padres de la ex atleta olímpica se han instalado en Mónaco para estar más cerca de su hija y apoyarla en su recuperación. Del mismo modo, el hermano de Charlene, Gareth Wittstock, también reside en el Principado desde 2011. Gareth es ingeniero informático y conoció a su esposa, Roisin Gavin, durante su estancia en Mónaco. Además, el hermano de Charlene se ha convertido en su más grande apoyo, sobre todo teniendo en cuenta la mala relación que existe entre ella y una de sus cuñadas, Carolina de Mónaco.

Según los medios locales, Lynette Humberstone y Mike Wittstock, los suegros del príncipe Alberto, se han mudado a La Turbie, una localidad situada entre la residencia oficial de Charlene y el Palacio Roc Agel, la residencia de verano de los Grimaldi. Esta localidad cuenta con una ubicación privilegiada, dado que solo está a unos pocos minutos en coche, por lo que sus padres pueden visitarla en cualquier momento y compartir algún desayuno o una cena lejos del foco mediático, motivo por el cual no se les ha visto acompañando a su hija a ningún evento de su agenda oficial.

De acuerdo con una fuente cercana a la princesa en una conversación ‘Daily Mail’, estar en compañía de su familia le hace “sentir segura y protegida y le recuerdan la vida mucho más despreocupada que disfrutaba en Sudáfrica antes de convertirse en princesa de Mónaco”. Además, también estaría recurriendo a su fe católica para conseguir la paz y la serenidad, superando así todas las dificultades que se le presenten.

La última presentación pública de Charlene de Mónaco y su ausencia en dos funerales importantes

A principios de este mes, la esposa de Alberto de Mónaco asistió al funeral del arzobispo Bernard Basi, un miembro de la iglesia católica que mantenía una relación muy cercana con los Grimaldi y fue el encargado de bautizar a sus mellizos en 2018. Sin embargo, Charlene no estuvo presente en las exequias de Constantino de Grecia II y Max de Baden, quienes también fallecieron a principios de enero, dado que Charlene aún se está recuperando. De hecho, Alberto de Mónaco  asegura que la recuperación total de su mujer lleva tiempo, dado que aún está muy agotada. “Está aún cansada, hay que dejarle todavía tiempo para que se recomponga, estoy seguro de que lo hará, dijo.