Poco queda de aquella nadadora que ganó cierta popularidad al representar a Sudáfrica en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 y que respondía al nombre de Charlene Wittstock. Ahora, tras haberse convertido en la princesa consorte de Mónaco, la esposa de Alberto II ha mostrado su impresionante cambio durante la última década. Transformación que ha quedado al descubierto con la publicación de una fotografía de Charlene de Mónaco, tomada en una piscina hace más de veinte años, en la que lucía realmente irreconocible.

Durante muchos años, Charlene era reconocida por sus aportes como deportista de élite, por lo que nunca se preocupó demasiado por la moda ni por el estilismo. Durante sus entrenamientos, la princesa se mostraba totalmente al natural, sin una gota de maquillaje y con una melena a la altura de los hombros que no solía estilizar demasiado, tan solo se lo recogía en una coleta durante sus prácticas o lo escondía bajo el gorro de natación durante sus competiciones. Sin embargo, su belleza natural, sus rasgos delicados y su definida figura de nadadora logró cautivar al príncipe Alberto II de Mónaco, uno de los monarcas más ricos del mundo.

Charlene de Mónaco

En 2006, Charlene y Alberto fueron vistos como pareja por primera vez en los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín. En ese momento, ella tenía 28 años y Alberto tenía 48, pero eso nunca fue un inconveniente para ellos, dado que se mostraban felices y cómplices durante los primeros años de su relación. Como era de esperarse, su llegada a la familia Grimaldi desencadenó una serie de cambios importantes en la vida de la ex nadadora, quien comenzó a preocuparse un poco más por su imagen al asistir a varios eventos de renombre internacional. De hecho, en ese mismo año asistió por primera vez al Baile de la Cruz Roja, uno de los eventos reales más importantes de Mónaco. En esa ocasión, la princesa eligió un vestido verde con bordados y lentejuelas de lo más llamativo, accesorios dorados y un recogido alto muy elegante. Sin embargo, fue criticada al elegir un vestido muy “revelador” para alguien que pertenecería próximamente a la Familia Real monegasca.

El cambio de imagen de la princesa Charlene

En 2010 se comprometieron y en 2011, en medio de polémicas sobre una supuesta huida, se casaron. Desde ese momento, la esposa de Alberto de Mónaco comenzó a preocuparse y obsesionarse con su imagen, por lo que se sometió a una rinoplastia para afinar su nariz, definió sus pómulos, arregló su dentadura y se inyectó los labios para aumentar su volumen. Además, comenzó a experimentar con su estilo, por lo que dejó de elegir los peinados muy elaborados y con ondas hollywoodenses, para cambiar de forma drástica al elegir un corte bob, corte que poco a poco ha ido evolucionando hasta terminar luciendo un pixie radical, corte con el que ha roto todos los estereotipos reales.

Ahora, después de una década, Charlene ha conseguido sentirse cómoda con su propio estilo y ha llegado a superar a su cuñada, Carolina de Monaco, al convertirse en la mejor vestida de Mónaco y en un referente de estilo y belleza