Durante más de una década, el amor y la estabilidad de la relación entre el príncipe Alberto II de Mónaco y su esposa, la princesa Charlene, ha estado constantemente en entredicho. Una gran cantidad de rumores ha ensombrecido la unión de la ex nadadora con el monarca desde el inicio de su relación, pero todo se fue intensificando cuando la princesa se ausentó del Palacio Grimaldi por varios meses, debido a una complicación médica en Sudáfrica y una posterior rehabilitación física y mental en una clínica de lujo en Los Alpes, Suiza.
Y es que a pesar de que la princesa ya se encuentra de regreso en Mónaco y ha participado en algunos de los compromisos oficiales del Principado, lo cierto es que varias fuentes han afirmado que todo se trata de un acuerdo entre ellos y que su relación es una ‘fachada’, ya que entre ellos no hay ningún tipo de vínculo afectivo. Sin embargo, ella no accederá al divorcio porque perdería por completo la custodia de sus hijos, por lo que ha decidido mantenerse en el Principado, pero en un castillo a las afueras de la capital de Mónaco.
Se trata de ‘Roc Agel’, una propiedad muy simbólica para los Grimaldi, dado que en él solían disfrutar de las cálidas tarde verano sin tener que alejarse mucho del Palacio principal. Esta residencia se encuentra ubicada en el municipio de Peille, en el monte Agel y cuenta con unas impresionantes vistas a las aguas azules de la Costa Azul. Además, posee una gran cantidad de comodidades para que la princesa Charlene pueda descansar plácidamente en su nuevo refugio: piscinas, pista de tenis y jardines fragantes son tan solo algunas de estas comodidades. Asimismo, pese a que Cherlene le hizo algunas renovaciones en 2015, la casa aún mantiene el encanto y el diseño de un hogar colonial en una finca de lujo.
No obstante, este lugar también simboliza una de las pérdidas más importante para los Grimaldi, ya que este fue el último lugar donde se hospedó la actriz y esposa de Rainiero III, Grace Kelly, antes de fallecer en un terrible accidente de coche en septiembre de 1982. De esta manera, este lugar pasó de ser el favorito de la familia a ser el lugar más amargo para todos los Grimaldi. Aún así, la familia ha decidido mantenerlo y al momento cuenta con 56 hectáreas de cultivos ecológicos que abastecen las cocinas del Palacio, así como una gran cantidad de vacas y más de 200 gallinas.
Ahora que Charlene ha conseguido su propio refugio personal, el príncipe Alberto también podrá disponer de su castillo exclusivo. Según reveló el periodista Stéphane Bern, Alberto III disfruta de la intimidad del Castillo de Marchais, ubicado en Aisne, y que pertenece a los Grimaldi desde el siglo XIX. “Es el hogar más secreto de los Grimaldi. Ninguna cámara ha filmado nunca el castillo”, indicó el periodista. Según declaró uno de los habitantes del pueblo, Alberto II “cuando está allí, tiene tranquilidad. El soberano viene aquí a descansar un poco. Para poder relajarse y moverse libremente”.