Parece que la vida de Fanya Bethencurt no remonta. Nuevamente ha explicado que pasa por un duro momento a nivel personal. La canaria de origen francés, que concursó en la segunda edición de ‘Gran Hermano’ tiene serios problemas económicos agudizados por los últimos acontecimientos. La exconcursante trabajaba en su propio centro de belleza estética, y hablamos en pasado porque ha tenido que echarle el cierre debido a las deudas que acumula. La joven no quería terminar con su gran sueño, pero no le ha quedado más remedio. Ha perdido toda la ilusión y el dinero.

Este trabajo era el que le permitía levantarse todas las mañanas con una gran ilusión y una sonrisa de oreja a oreja. Le daba energía y mucha felicidad, algo que ahora mismo ha perdido. Ni tan siquiera tiene un motivo para despertarse. La principal culpa de este cierre es la situación de la pandemia.

Lo peor fue comunicar a los clientes el cierre del local 

“Cuando echas el cierre se te pasan un montón de cosas por la cabeza. Levantas esa persiana con toda la ilusión para sacar tu negocio adelante y conseguir que un proyecto se convierta en una alegría para la vida de muchas personas”, empieza contando Fayna. La ex de GH revela que este fin de ciclo lo vive “con pena y cierto alivio a la vez”. Lo que se le hizo muy duro fue despedirse uno a uno de cada uno de sus clientes. Cuando llegaban a su cita concertada les comunicaba que el centro cerraría sus puerta y ya no les daba hora para un próximo día.

“Fueron cayendo de uno en uno en una especie de Juego del calamar involuntario. Cuando no hay, toca recortar gastos y tuve que aprender lo que es decirle a un empleado que no puedes seguir teniéndolo en tus filas. Eso duele", confiesa la ex de Carlos Navarro. "A la que despide y al despedido. Por mi parte, invertí todo lo que pude y ahí se fue la economía por los desagües entre el olor a champú y decoloraciones”, explica la canaria.

Todo esto le sucede justo cuando parecía que iba a levantar cabeza. Después del duro calvario que sufrió con el Yoyas. La joven consiguió que fuese condenado a seis años de cárcel en abril de 2021.

“Cuando vas dejando gente atrás se te corta el aliento. Pero sigues caminando con la esperanza de poder coger carrerilla y recuperarte para poder seguir avanzando con el negocio que intentas sacar adelante”, apunta Fayna.