La semana pasada fallecía Manolo Santana a los 83 años de edad. El aclamado tenista perdía la vida el mismo año que Mila Ximénez, con quién mantuvo una relación. Alba Santana se queda huérfana de padre y madre en tan solo unos meses. Después de un merecido homenaje instalando una capilla ardiente en La Caja Mágica de Madrid, las cenizas ya han sido trasladas a Marbella, la ciudad en la que vivió, amó y murió.

La hija del ex tenista Manolo Santana, Alba Santana, en la capilla ardiente Europa Press

Alba Santana destrozada / agencia 

El tenista se asentó hace tres décadas en la costa del sol, allí conoció a sus tres últimas parejas impulsó el tenis tanto en el Club de Puente Romano y, posteriormente, bajo la mano complaciente de Jesús Gil. El político otorgó una concesión municipal de uno de los espacios deportivos más codiciados de la localidad para la instalación de un club de tenis.

Claudia, la viuda de Manolo Santana, ha destrozado su negocio 

En aquella época el tenista no pasaba por un buen momento económico y esta concesión le ayudó a solucionar todos sus problemas. Manolo Santana y su entonces esposa, Otti Glanzielus, convirtieron este club en un templo de culto. El club está gestionado actualmente por la sociedad Racquets Club Marbella SL, una empresa dedicada a actividades y organizaciones deportivas tanto en España como en el extranjero.

Alba Santana, en la capilla ardiente de Manolo Santana Europa Press

Alba Santana / AGENCIA

Esta sociedad fue constituida en 2010. Solo un año después, su actual viuda, Claudia Inés Rodríguez Valencia, figuró como administradora única. La sociedad se constituyó con un capital de 18.000 euros y no presenta cuentas desde el ejercicio 2012. En ese ejercicio, las ventas fueron de 298.696 euros y sus activos de 102.451 euros.

El hijo de la colombiana figura como apoderado. "Claudia fue colándose en la vida de Manolo de una manera muy sibilina", asegura una fuente de total solvencia. La colombiana se ha hecho con el control de todo.

Claudia, viuda de Santana

Claudia, viuda de Manolo Santana / EFE

"Claudia llegó con una mano detrás de otra al club, pidiéndole ayuda a Otti y una vez dentro se encargó de ir situándose. Por aquella época Manolo iba a ir con Otti a Argentina, a uno de los torneos más importantes y canceló el viaje con su esposa (ya le habíamos sacado los billetes) argumentando todo tipo de excusas. Porque con quien se iba de tapadillo era con Claudia, que ya le había conquistado con argumentos lastimeros y miserables".

En aquel momento Bea, la otra hija del tenista, también figuraba como administradora. "Bea también fue apartada del negocio. Claudia ya se encargó de quedarse en buena situación, cuando metió a su hijo y a su hermana en el club, donde les puso un sueldo desorbitado”.

Cuando el tenista se separó de Otti su club fue en caída libre sin frenos. Su mujer era la verdadera alma del negocio. Algunos de sus clientes cuentan al medio El Español que decidieron abandonar el club por "la dejadez de las instalaciones" y "el abandono del lugar”. Dicen que "Ella estaba arruinando el club y él bajaba la cabeza".