La historia de David Bustamante se repite y confiesa que antes de ser cantante trabajaba como pintor

David Bustamante logró uno de sus grandes sueños. Al joven nunca se le han caído los anillos. No era muy buen estudiante, y su padre le puso a trabajar en la obra. Subido al andamio, el cántabro no dejaba de cantar. Tenía una voz prodigiosa, y enloquecía a todo San Vicente de la Barquera. Fue su paso por ‘OT 2001’ quién le hizo cambiar la obra por los escenarios. Casos como el suyo han habido muchos. Tenemos grandes cantantes en la industria que antes se dedicaban a otra profesión.

El pasado lunes, Leiva se sentó en ‘El Hormiguero’ junto a Pablo Motos. El artista triunfa actualmente como solista, ligada a la música desde hace décadas, con Pereza. No obstante, sus inicios no fueron tan fáciles. El artista contó que empezó tocando en la calle pidiendo una limosna para poder pagarse sus gastos.

Leiva y Pablo Motos/ Antena 3

"Me fui de vacaciones con la que era mi chica cuando tenía 16 años a Gandía, nos quedábamos en una pensión y con la guitarra tocaba en el paseo marítimo. Al caer el sol, iba a la cervecería-horchatería y con las monedillas que sacábamos tomábamos unas cervezas. El dueño, muy majo, al sexto día me preguntó si mi sueño era ser músico", comenzó explicando Leiva a Pablo Motos.

Por casualidades de la vida, el horchatero del paseo marítimo de Gandía resultó ser el padre de uno de los cazatalentos de BMG, la actual Sony. "Me decía, 'yo te escucho cantar y pienso que tienes algo'", ha continuado explicando el cantante definiendo su historia como algo “cósmico”.

Su grupo, Pereza, empezó a tocar en garitos, como la sala Siroco. Fue en uno de esos conciertos cuando se le acercó un hombre muy bien vestido y le ofreció un contrato. "Fuimos a la compañía, era verdad y ese año, que Rubén y yo trabajábamos pintando carreteras, pasos de cebra -de hecho yo pinté el parking del hospital de Pozuelo, es mi obra-, el cazatalentos nos dijo que iba a hacer mudanzas en casa y que le echáramos una mano. Cuando llamé a la dirección que me indicó, me abrió la puerta aquel señor de la horchatería, que era su padre”, concluía Leiva.