Íñigo Onieva y Tamara Falcó se han dado una segunda oportunidad y parece que ésta es la definitiva. En septiembre tomaron caminos opuestos tras la reconocida infidelidad del empresario. Sin embargo, los dos estaban muy enamorados y con las fiestas navideñas volvieron a encontrarse. Ahora han decidido retomar su relación en el punto en el que la dejaron y el próximo mes de julio se unirán en matrimonio convirtiéndose en marido y mujer. No obstante, en la modélica pareja no todo es perfecto. Parece que el hijo de Carolina Molas todavía no se acostumbra a la presión mediática y protagonizó un desagradable episodio con los periodistas que sacó su peor cara.
"¡Apaga esa luz, por favor, que es un incordio, está todo el mundo por aquí, por favor, apagad eso que es un coñazo! ¿Podéis dejar de molestar?”, exigía el empresario. Unos días más tarde quiso dar explicaciones sobre su comportamiento con el reportero. "No tengo ningún problema, pero estoy sacando al perro a las doce de la noche y me plantáis unos focazos en la cara, es muy desagradable".
Íñigo Onieva pide perdón a los periodistas
Pero igual que sucedió con la infidelidad de Tamara Falcó, Íñigo Onieva se ha arrepentido y ha pedido perdón públicamente. Pidió perdón a los profesionales que estaban haciendo su trabajo. "Si se han visto dañados les pido perdón, por supuesto, pero vamos que yo lo único que he dicho es que no me saquen con un foco en la cara a las doce de la noche con doscientas personas mirándome”.
Una vez se disculpó contestó a las preguntas de la prensa amablemente, aunque apresurado por las horas y las ganas de volver a entrar en casa. Íñigo desvelaba que "no tengo traje todavía" para la boda y que como regalo de bodas, lo único que pediría es "un buen toldo que cubra todo el cielo para que no llueva". "Muchas gracias a todos por vuestro interés y gracias por vuestros deseos de que sea un buen matrimonio", zanjaba antes de entrar de nuevo en su casa junto a su perro.
Tamara Falcó se quedó a cuadros cuando vio el comportamiento de su futuro marido. En casa le echó la bronca porque la prensa es la que está pagando todos los lujos de la familia Preysler, así como la futura boda de ambos.