Aunque no será la protagonista, pronto veremos a Isabel Preysler en su día a día rodeada de cámaras, un trabajo que no le ha costado mucho desarrollar porque está más que acostumbrada. El 4 de agosto se estrena el primer documental de Tamara Falcó en Netflix, ‘La Marquesa’. Los espectadores tendrán ocasión de conocer aún más a la hija de la socialité.
Todos los españoles han podido seguir muy de cerca las aventuras de Isabel Preysler, especialmente cuando acudía a algún evento o en vacaciones. Siempre que dejaba ‘Villa Meona’ para irse a Marbella todas las cámaras la perseguían, no obstante, era la revista ‘Hola’ la que siempre publicaba el reportaje a todo color.
Ver a Isabel Preysler llegar al aeropuerto de Málaga con sus niños, los perros y cien maletas, era algo tan normal como los posados de Ana Obregón en la playa para dar inicio al verano. La celebridad siempre se dejaba ver a su llegada para que los paparazzis pudiesen hacer las fotografías y cumplir con su trabajo. Ya lo que pasase después dependía un poco de su situación amorosa. A veces se dejaba ver por los restaurantes ‘La Dorada’ o ‘La Meridiana’, aunque a veces se escondía en su castillo.
Isabel Preysler se alojó durante años en 'La Luna'
Años atrás los periodistas hacían un gran trabajo de investigación para averiguar donde se instalaría Isabel en sus vacaciones. Al principio eligió ‘La Luna’, una villa situada en Marbella Hill Club, una de las urbanizaciones más elitistas y con una seguridad a prueba de paparazzi. Un búnker por el que pagaba, según lo publicado en la revista 'Tiempo' aquel verano de 1987, más de dieciocho mil euros, equivalente a tres millones de pesetas. Un bonito chalet de tres plantas con torreón, cinco dormitorios con sus cuartos de baño, porche y zona de piscina independiente. La Luna es una construcción típica andaluza, cuenta con un jardín espectacular y un huerto con árboles frutales, donde cultivaba tomates, lechugas y berenjenas. Isabel Preysler pasaba casi todo el tiempo en la casa en compañía de su entonces marido Miguel Boyer.
Isabel Preysler pidió a los dueños de la casa que subiesen el muro para salvaguardar su intimidad. Durante años alquilaba esta lujosa vivienda, pero ya no.