El tema de la infidelidad entre famosos o, en este caso, entre personajes importantes de la historia es de larga data. El matrimonio conformado por Fernando el Católico e Isabel la Católica, Luis XIV de Francia, Isabel II de España, Carlos IV de Borbón, Felipe IV, fueron algunos miembros de la realeza que sucumbieron ante el deseo carnal. A estos personajes se le unen Pablo Picasso, Albert Einstein, los presidentes de Estados Unidos John F. Kennedy y Bill Clinton y Napoleón Bonaparte, uno de los personajes históricos más famosos de Francia, una especie de ‘Hitler’ de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

Indudablemente, Bonaparte fue un militar experto, convirtiéndose en emperador de Francia y en uno de los hombres más temidos de su época debido a sus exitosas campañas bélicas en Europa y por su carácter tiránico y déspota. Sin embargo, uno de los campos que ha llamado especialmente la atención con relación a la vida de Napoleón Bonaparte han sido sus romances, especialmente su historia con Josefina, su primera esposa.

The Emperor Napoleon   Viquipedia
The Emperor Napoleon 

Josefina era seis años mayor que Bonaparte y había enviudado muy joven de su primer marido, con el que había tenido dos hijos llamados Eugenio y Hortensia. Era de baja estatura (al igual que él), delgada y de piel morena por tener orígenes de Martinica, una isla del Caribe en las Antillas Menores. Aunque no era físicamente muy hermosa, él se enamoró completamente de ella y le pidió matrimonio. Ella aceptó, pero sin ningún tipo de emoción. Mientras Napoleón Bonaparte se encontraba ausente por sus campañas militares, él le escribía cartas donde manifestaba todo el amor que sentía por ella. Sin embargo, ella solo le respondía con crueldad mientras disfrutaba de la vida parisina en los brazos de otros hombres. Sí, el conquistador de naciones nunca pudo realmente conquistar el corazón de su mujer.

En una oportunidad, las constantes infidelidades de Josefina hacia Napoleón fueron tan evidentes que rápidamente llegaron a sus oídos. Él, desesperado por la traición de su esposa, decidió expulsar a Josefina de su casa apenas llegó de una expedición a Egipto. Aunque se suponía que esta decisión debía ser drástica y terminar en divorcio, lo cierto es que al poco tiempo él le perdonó los engaños a su mujer, invitándole a vivir de nuevo con él. Eso sí, Josefina no volvió a engañar a Napoleón por miedo a sus represalias, no porque realmente sintiera amor por él.

Aunque él intentó retomar su matrimonio con Josefina, lo cierto es que algo se había terminado de romper entre ellos y fue en ese momento con Napoleón se convirtió en el infiel de la historia. A diferencia de ella, Bonaparte no respetaba si su esposa estaba o no presente, dado que llegó a engañarla con sus damas de compañía, e incluso tuvo un hijo con una de ellas. Además, Bonaparte le recriminaba a Josefina su incapacidad de quedar embarazada. Se divorciaron en 1810 y él se casó con su segunda esposa un año más tarde, pero nunca la olvidó completamente, dado que sus últimas palabras al morir fueron: “Dios mío, el ejército, Josefina”.