Durante muchos años, la novia de América, Meg Ryan, fue duramente criticada por las excesivas cirugías estéticas, que habían transformado totalmente aquel dulce rostro con el que se hizo famosa en la década de los 90. Sin embargo, la actriz decidió que era hora de revertir todos los daños al mejorar su apariencia con un procedimiento que sí salió bien.
En la actualidad, la actriz de 60 años luce una apariencia más natural al eliminar el volumen excesivo de sus mejillas y la rigidez de su cara que le hacía parecer totalmente inexpresiva. Además, dejó crecer su cabello para lucir un look más juvenil. Sin lugar a duda, este cambio sorprendió a sus fans, quienes no dudaron en comentarle lo hermosa que se ve con su “nueva cara”.
“Luces tan femenina. ¡Amo estas fotos!", “Absolutamente preciosa”, ”Estás espectacular. La prensa es injusta contigo”, “Te ves genial”, fueron tan solo algunos de los comentarios que publicaron los fans de la actriz con relación a su nueva apariencia. Pero no siempre fue así, dado que en los últimos años la actriz de “Cuando Harry encontró a Sally” experimentó mucho con los procedimientos estéticos, a tal punto de que cirujanos expertos indicaron que la actriz podría estar sufriendo de una dependencia por las cirugías. Tal parece que, debido a la presión de Hollywood, la actriz comenzó a padecer de un trastorno conocido como “overfill syndrome", una patología que se desarrolla a causa del abuso de sustancias de retoques estéticos. Generalmente, ocurre por infiltrar una cantidad exagerada de ácido hialurónico y otras sustancias de relleno. También puede suceder cuando se inyectan estos rellenos en los pómulos y en las zonas mediales de la cara.
Sin embargo, una de las razones más frecuentes de la aparición de este trastorno es porque el ácido hialurónico, cuando se infiltra en exceso, tiene un efecto estimulante en la producción de grasa en la cara, lo cual crea un aspecto de cara de “ardilla”. Diversos especialistas han estudiado el caso de Ryan y han afirmado que la actriz sufre de una especie de “dismorfofobia”, o lo que es igual a una alteración de la percepción personal, algo parecido a otros trastornos mentales como la anorexia. Asimismo, Meg no lograba ver su belleza natural y necesitaba de un sinfín de procedimientos estéticos para mejorar su distorsionada apariencia.
Según la directora médica de Nordetia Group, doctora Marjorie Garcerant, Meg era una “usuaria habitual de la toxina botulínica y, en algunos casos, ha hecho un uso excesivo de la misma, evidenciado por el incremente del espacio entre ceja y ceja”. Además, añadió: “También se ha empleado ácido hialurónico de diferente reticulación para reponer el volumen del pómulo y el contorno facial”, la doctora afirma que Meg Ryan se inyectó bótox en tercio inferior de la cara y se inyectó una gran cantidad de ácido hialurónico en sus labios.
Probablemente, Meg Ryan haya suspendido los tratamientos estéticos, logrando revertir algunos de los efectos no deseados de los mismos, obteniendo una apariencia más natural y orgánica al dejar que su cuerpo descanse de los químicos.