Desde el día de su boda con el príncipe Harry, Meghan Markle tenía la intención de demostrar que ella no sería igual al resto de las esposas de la Familia Real británica, demostrando su independencia y empoderamiento femenino al presentarse completamente sola en la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor, Reino Unido. Sin embargo, esta decisión podría considerarse como una humillación al actual rey, Carlos III, quien quiso acompañarla durante todo el trayecto, pero Markle se negó.

El 19 de mayo de 2018, Meghan Markle solo contó con la presencia de su madre, Doria Ragland, en el día de su boda, dado que su padre, Thomas Markle, estaba convaleciente en un hospital tras haber sufrido un ataque cardíaco unos días antes del enlace matrimonial, además de que la relación entre Meghan y Thomas no era la mejor en ese momento. Ante eso, Meghan decidió entrar sola a la Capilla, como una de sus primeras muestras de feminismo ante la Corona británica.

Sin embargo, después de que Markle anunciara en un comunicado oficial que su padre no podría asistir a su boda por problemas de salud, el príncipe Carlos quiso tener un gesto amable con su nuera al ofrecerse para ser su acompañante durante la caminata hasta el altar donde la esperaría su hijo, el príncipe Harry. No obstante, Meghan en lugar de agradecer el gesto de su futuro suegro decidió hacerle otra propuesta, sorprendiendo a todos en el Palacio, según informó el autor Robert Hardman en su libro ‘Reina de nuestros tiempos: la vida de Isabel II’. 

Meghan Markle rechazó la compañía de Carlos III el día de su boda

“Sintiendo por su futura nuera, el Príncipe de Gales se ofreció a intervenir, diciendo que sería un honor acompañar a Meghan por el pasillo de la Capilla de San Jorge hasta el altar”, dijo Hardman. “La respuesta, según un amigo, no fue exactamente lo que esperaba: ‘¿Podemos encontrarnos a mitad de camino?’”, afirmó el experto real. Y así fue, Meghan entró a la Capilla completamente sola, mostrándose fuerte e independiente, aunque esta acción haya sido catalogada por los miembros de la realeza como el primero de muchos desplantes que le haría la duquesa de Sussex a la Familia Real británica.

Así que, según el experto en Casas Reales, el actual monarca del Reino Unido tuvo que esperar pacientemente a que Meghan estuviera a mitad del camino para poder acercarse a ella y llevarla altar, todo esto mientras Meghan caminaba sola, enfundada en un glamouroso vestido de Givenchy que la hacía ver muy segura de sí misma frente a millones de espectadores. "Aquí había un indicador de que no se trataba de una novia sonrojada, sino de una mujer segura e independiente decidida a hacer una gran entrada por su cuenta", señaló el autor.

Además, Meghan también decidió seguir el ejemplo de Lady Di al eliminar la palabra “obedeceré” a la hora de pronunciar sus votos matrimoniales: “Prometo amarte, apreciarte y obedecerte”. Esta sería la primera rebeldía de Diana, quien también se caracterizó por ser una esposa inusual dentro de la monarquía británica.