Charlene de Mónaco ahora vive rodeada de lujos, en un palacio, y dentro de la realeza, después de que se casara con Alberto de Mónaco, con el que tiene dos hijos. Por desgracia, eso no le ha bastado para ser feliz, ya que, como han admitido públicamente, ahora mismo se encuentra en un momento muy complicado, luchando contra una depresión grave. Una enfermedad que arrastra desde hace un par de años, y que se ha ido agravando.

Sobretodo, después de una fallida cirugía estética, en la que intentó operarse la cara, pero no obtuvo los resultados esperados. Por eso no se deja ver en público, pues muchos afirman que está completamente desfigurada e irreconocible, lo que no ha hecho más que empeorar su salud y su estado de ánimo. Parece que nada queda de esa hermosa mujer, que dejaba a todos impresionados con su belleza y su sonrisa.

Charlene y Alberto de Mónaco/ Agencia

Aunque pocas veces se le ha podido ver sonriendo, a decir verdad. Siempre ha sido introvertida y tímida, y casi nunca se ha atrevido a hablar mucho de su vida personal. No obstante, hubo una vez que sí lo hizo, en una entrevista concedida poco después de un viaje a África, que le sirvió para valorar más su vida actual. Pero sorprendió a todos al descubrir que su infancia tampoco fue nada sencilla, y, por mucho que ahora tengo todo tipo de caprichos y lujos, en el pasado la situación era muy distinta.

“Este mundo no me parece extraño, por eso no puedo ignorarlo” dijo sobre el continente africano, que es donde ella nació, concretamente, en Zimbabue, si bien se crió en Sudáfrica. Allí, cuenta que se sintió discriminada por su raza: “Me encontré con la segregación racial. Me separaron de los otros niños. Fui testigo de las injusticias y desigualdades que se ceban especialmente con los niños. Hoy me siento orgullosa de pertenecer a un Principado que hizo de la lucha por sus derechos una prioridad”.

Charlene, Alberto de Mónaco y sus hijos/ Agencia

Aunque sin duda, lo más sorprendente fue escucharla decir que estaban escasos de algunos recursos necesarios. Charlene dijo que nunca le faltó un plato de comida, ni pasó hambre, pero sí tuvo que prescindir de otros elementos importantes. “En un primer momento, no teníamos electricidad, porque no podíamos pagar la factura” explicó la esposa del príncipe Alberto de Mónaco. Se sabía que sus orígenes eran humildes, pero no tanto.

El padre de Charlene tenía dos trabajos, y la madre conseguía dinero gracias a dar clases de natación a los niños. Nada que ver con los hijos de Charlene, que ya han nacido sin que les falte de nada.