Irina Shayk, de 35 años, es una de las modelos más solicitadas en el mundo de la moda, ha trabajado para marcas como Versace, Burberry y Givenchy y hace un tiempo se hizo mundialmente conocida debido a su relación amorosa con el futbolista Cristiano Ronaldo, que terminó en el año 2015. Aunque el éxito de la modelo es innegable, no siempre fue así, ya que en los inicios de su carrera vivía con tan solo 40 euros a la semana.
Su padre trabajaba como minero y falleció cuando ella tan solo tenía 14 años, se quedó viviendo con su madre, una profesora de música en una escuela primaria. La modelo confesó que asistió a clases de música más de siete años, pero realmente no le gustaba. En una ocasión, su hermana mayor le rompió un dedo y, en vez de molestarse por lo ocurrido, encontró la oportunidad de alejarse de la música para siempre. Comenzó a estudiar marketing, sin embargo, tampoco le apasionaba y de vez en cuando hacía pequeños trabajos (como pintar un hospital) para poder comprar algunos zapatos o prendas de vestir.
Un día, mientras esperaba el autobús con su madre y hermana mayor, vieron un anuncio de una agencia de modelos, ella asistió junto con su hermana y los responsables del casting quedaron prendados con su belleza, desde ese momento empezó a abrirse camino en el mundo de la moda al ganar el concurso de Miss Cheliábinks en el año 2004.
Pobreza extrema y muchas críticas
Años más tarde se mudó a París para intentar abrirse camino en el mundo de la moda sin tener conocimientos, ni contactos: "Solo pensaba en conseguir algún trabajo para poder ayudar a mi familia”, confesó en una entrevista. La ex de Bradley Cooper no hablaba inglés y vivía en un pequeño piso compartido con otras aspirantes a modelos.
La modelo confesó que “los domingos compartíamos arroz porque no nos quedaba dinero” y ahorraba un euro para poder tomar el metro el lunes para ir a su agencia de modelaje para que le pagaran los 40 euros con los que tendría que sobrevivir por toda una semana.
En los inicios de su carrera sufrió burlas por partes de otras modelos quienes le comentaban que ella no tenía la figura para desfilar por una pasarela, ya que no era extremadamente delgada y su cuerpo era curvilíneo. Los jueces de los castings también la rechazaron por su piel morena (herencia de su padre que era tártaro) y por tener los pechos grandes, dado que no encajaba con los cánones de belleza de la industria del modelaje, además de que la ropa extremadamente pequeña que debían modelar no le quedaba bien.
Todas estas penurias se acabaron cuando firmó un contrato con la agencia Elite Barcelona. Entre el año 2007 y 2009 fue la imagen de la marca italiana Intimissimi y en el 2011 se convirtió en la primera modelo rusa en ser portada de la revista Sport Illustrated Swimsuit. Desde esa fecha ha sido portada de Elle, Harper 's Bazaar, Cosmopolitan y The Sunday Times Style y ha hecho editoriales para Vogue, Vanity Fair y V Magazine.