Ganadora de un Óscar, talentosa, hermosa y reconocida, jamás podría imaginarse que Jennifer Lawrence atravesó una terrible infancia. “Mi niñez fue infeliz, yo vivía muy ansiosa. De hecho, hasta tuve que ir a un terapeuta porque mis papás ya no sabían qué hacer conmigo. Fue una etapa muy dura. No quiero dar a entender que fui infeliz siempre, pero en mi infancia no la pasé bonito”, dijo la actriz en una entrevista a 'Vogue'.
Jennifer Lawrence nació en un pueblo de Kentucky, como la hija menor de un padre obrero, y una madre que trabajaba en campamentos de verano. Sus padres manejaron su crianza con mucha sinceridad, tanta, que llegaron a confesarle que no querían tenerla, la pareja no esperaba más hijos. La actriz obtuvo en su casa el apodo de “Plays with fire”, en referencia a que “jugaron con fuego” y se quemaron: “Mis padres habían decidido no tener más hijos, pero llegué yo”, explicó´.
Creció con dos hermanos mayores, que le llevaban varios años de diferencia. Esto hizo que desarrollara juegos rudos. Por eso, cuando su madre vio lo ruda que era al jugar, le prohibió estar en contacto con otras niñas, para evitar que pudiese agredirlas y cuidar su integridad física. Cuando ingresó a la escuela tuvo problemas de adaptación porque era muy ansiosa e hiperactiva. En lugar de jugar con niñas, se llevaba mejor con los varones y se convirtió en la única mujer en el equipo de hockey masculino de su colegio.
Ya en la secundaria, la protagonista de ‘Juegos del hambre’ siguió con problemas para ser aceptada e integrarse a la comunidad de estudiantes. “Una vez, una compañera de aula me pidió que repartiera las invitaciones para la fiesta de su cumpleaños. Entregué una por una y al final no había ninguna para mí. Le pregunté y me respondió: ‘Es que no estás invitada’”.
El rechazo de sus compañeros, sumado al trato en su familia, hizo que Jennifer Lawrence encontrara en el teatro una vía de escape, y en las mentiras una forma de tolerar aquella realidad. Confesó que se convirtió en una mentirosa compulsiva, y dijo en la escuela que su familia era millonaria. Siguió participando en obras de teatro de la escuela y la iglesia, hasta que, cuando tenía 14 años, un cazatalentos le ofreció una audición. Esa vez, su madre se interpuso, argumentando que era un engaño.
A los 16 años no aguantó más, y se mudó a Nueva York dispuesta a seguir actuando. Se instaló en un departamento sin muebles y con ratas. “Me criaron las ratas y eso te hace más fuerte. Llegué a un punto en el que literalmente compartía mi comida con ellas. No tenía nada de dinero. Me comían el pan, lo único que tenía, y yo llegaba con hambre, le sacaba el pedacito mordido, y el resto me lo comía”, dijo en una entrevista a 'The Sun'.
Pese a su dura infancia y después de pasar varios años conviviendo con ratas en un departamento de Nueva York, con tan solo 31 años, Jennifer Lawrence ha ganado varios premios, entre ellos un Óscar como mejor actriz por su actuación en Silver Linings Playbook, además ha sido reconocida como una de las artistas más talentosas de Hollywood y una de las mejor pagadas.