Desde hace muchos años, Beyoncé se ha querido apropiar de los premios Óscar. Su primera aparición fue en el año 2005, y se podría tomar como el punto de partida de su pequeña obsesión. Luego se presentó en 2007 y 2009, hasta ahora. Este acto, de por sí, supone una evolución. Lo hizo a lo grande. El único problema es que su secreto ha salido a la luz y es algo que opaca definitivamente la magnificencia de la celebración. Tendrás que verlo una segunda vez para darte cuenta.  

Hace un tiempo se rumoreaba que Beyoncé abriría el espectáculo del evento más grande de Hollywood y, afortunadamente, así fue. Venus y Serena Williams presentaron a la artista en el escenario del Dolby Theatre de Los Ángeles. Lo siguiente que el público observó fue la maravillosa puesta en escena, la orquesta, las numerosas bailarinas y las referencias. Porque la canción 'Be Alive' pertenece a la película King Richard. Cinta que exhibe la fascinante historia de las hermanas Williams y su diligente preparación, a mano de su visionario padre, por lo que la interpretación fue en absoluto un tributo a las tenistas.

Beyoncé en los Oscar

Lo que muchos pasaron por alto fue que el espacio donde Queen B cantó no era donde se realizaba la ceremonia. En realidad, se trató de las canchas de tenis de Compton, donde crecieron las deportistas. La actuación no fue en vivo, se grabó con anterioridad. Según el representante de Disney y ABC, Rob Mills, no quería que sucediera ningún imprevisto. “Beyoncé tenía una visión fabulosa para esta canción, y creo que nadie quería que el azar influyera en el devenir de la actuación”, aclaró. Pese a que fue un excelente performance, muchos aseguran que la calidad de los premios no es la misma.  

Beyoncé y su impresionante look para la alfombra roja de los Óscar

A pesar del bofetón de Will Smith a Chris Rock, la cantante fue una de las protagonistas del evento. Su actuación seguramente será recordada por mucho tiempo. Por otra parte, su look también trascenderá. La apariencia fuera de este mundo no es del todo inesperada, ya que la ex integrante de Destiny's Child es sinónimo de elegancia, lujo y buen gusto. En esta ocasión no podía defraudar, por lo que se decantó por una selección cuidadosa de joyas, brillos y varios metros de la más exquisita tela. Todo esto para la alfombra roja.

La empresaria apareció con un diseño personalizado de Pierpaolo Piccioli, firmado por Valentino. El modelo era de un color amarillo, motivado por el color de las pelotas de tenis, desprendía clase y estilo. Con un corte de sirena, strapless y una larga capa que le dio el toque definitivo. Este color neón fue toda una novedad, permitió crear una imagen del todo glamurosa y fresca. Para terminar de completar el outfit, se enfocó en los accesorios. Con un bolso de Judith Leiber en forma de pelota de tenis, cubierto de cristales. Y, por supuesto, unos pendientes de diamantes de 150 quilates.  

Beyoncé es una de las cantantes más exigentes de la industria. Su manera de trabajar es disciplinada y le importa hasta el mínimo detalle. Así que no es extraño que todo lo que representa se acerque tanto al perfeccionismo.