Arturo Pérez-Reverte, famoso reportero y escritor, concedió una entrevista a Jordi Wild en su podcast “The Wild Project” para conversar diversos temas de interés actual, entre ellos la invasión a Ucrania por parte del gobierno de Rusia y la implementación del lenguaje inclusivo.
Aunque la conversación con uno de los youtubers españoles más famosos fluía con facilidad, hubo una anécdota que se robó la atención de todos, ya que el escritor contó cómo una vez estuvo a punto de tatuarse, pero a última hora se arrepintió.
El autor de “Las aventuras del capitán Alatriste” contó que la anécdota ocurrió cuando él tenía 22 años, y estaba cubriendo su primera guerra en la capital del Líbano, Beirut. Pérez- Reverte recordó que mientras caminaba por las calles de la capital libanesa encontró un estudio de tatuajes donde vio el diseño de una hermosa serpiente y se dijo a sí mismo: “Me la voy a hacer”.
Esta decisión era un paso muy importante en esos años, ya que todo era muy diferente y los tatuajes no eran muy bien vistos en la sociedad, ya que, según él, solo se tatuaban “los marineros, los legionarios y las prostitutas”. Además, él estaba comenzado su carrera en el mundo del periodismo, y pensó que esa marca tan distintiva no lo iba a ayudar a pasar desapercibido en los escenarios de guerra donde sería enviado como corresponsal. Por este motivo, el autor decidió no tatuarse en Beirut y regresar a casa sin ningún recuerdo permanente de su estancia en el lugar. Asimismo, Pérez-Reverte afirmó que ahora los tatuajes están muy de moda y ya no le apetece realizarse ningún diseño en su piel, descartando la idea de tatuarse a los 70 años.
Esta no es la primera vez que el escritor de “El club Dumas” habla sobre esta anécdota públicamente, dado que él escribió acerca de esta historia en su columna periodística “Patente de corso” el pasado 2020. “Ocurrió en Beirut en el verano de 1974. Estaba en la ciudad, y por aquel tiempo tenía una amiga millonetis cuyo padre era el dueño de todas las granjas de pollos del Cercano Oriente”, comenzó relatando el escritor.
“A mi amiga libanesa le gustaban los antros bajunos y golfos; y una noche, en el barrio viejo de la ciudad, discutimos, se largó muy enfadada en su Mercedes rojo tras llamarme 'ibn charmuta' y me dejó tirado en un ambiente poco recomendable, aunque según para qué y para quién”, continuó. “Marwan Haddad, un fulano que llevaba los brazos llenos de tatuajes, me convenció para que me hiciera uno. (…) dispuesto a grabarme en la cara interior del antebrazo izquierdo una bonita serpiente alada en rojo y azul; pero cuando el de la aguja estaba a punto de empezar la faena, pensé que eso me marcaría para toda la vida (…) Así que le di cinco libras al fulano y me largué de allí. Tambaleante, pero me fui, conservando además el reloj y la cartera”, apuntó el escritor, afirmando que aquel tatuaje que no se hizo terminó marcándolo de por vida.