El año 2017, el programa Gran Hermano hizo su última edición con concursantes anónimos. Le pusieron el subtítulo de Revolution, y allí conocimos a una concursante andaluza que se llama Laura Velasco. La joven tuvo muchos momentos de discusión y malos momentos con alguno de los exconcursantes, pero nada como lo que desgraciadamente sigue pasando en la vida real cada día. Cualquier 8 de marzo y reivindicación sigue siendo necesario mientras siga pasando lo que tuvo que sufrir la joven recientemente cuando viajaba en un tren. Un acoso miserable por parte de dos hombres, dos seres despreciables, que la insultaron, vejaron y atemorizaron con sus gestos y sus palabras.

Laura Velasco en 'Gran hermano' (Telecinco)

Explica Velasco que viajaba en un vagón en un trayecto de seis horas de un tren Intercity de Renfe cuando fue asediada sexualmente. Explica que cuando entró, su asiento y el de al lado, estaba ocupado por dos hombres de unos 25 años. Ella decidió sentarse ante ellos, con la decisión de que si venía alguien donde ella estaba sentada, les diría a los chicos que se habían equivocado de asiento y que aquel era el suyo. Sólo sentarse, empieza un infierno de improperios y frases que tuvo que escuchar y que ellos iban diciendo impunemente. Frases sobre su físico o sobre su escote ("voy con un chaleco de lana y cuello vuelto"), su cara o su cuerpo ("vocabulario excesivamente soez, pero lo tolero"). Hasta que deciden poner el manos libres y hablar con un tercero.

Laura Velasco (@soylauravelasco)

Entonces ya traspasaron cualquier línea roja (de hecho, la traspasaron con la primera frase que le dijeron en voz alta sólo verla, haciéndola sentir incómoda). Amparados en la fuerza de ser todos contra una, los dos hombres del vagón y un tercero, vía móvil, empezaron a proferir comentarios todavía más vomitivos. Les dice el amigo desde la distancia: "¿Y la putilla del 213, qué?". Uno de ellos quita el manos libres y le dice: "Cuando llegue a Sevilla me detienen por violación o alteración del orden público". Aquello fue la gota que hizo colmar el vaso de la paciencia de Velasco, que acto seguido fue a hablar con el revisor. La solución, sin embargo, la hizo enfadar todavía más: ""Cambiarme a mí de vagón y asiento y a ellos, que sueltan tal barbaridad, les dejan en el asiento que YO he pagado y un simple aviso de que a la próxima les bajan del tren".

Impotencia, rabia, miedo ("me siento mal, con miedo, asustada"), y una certeza, que “Una vez más, la mujer es el problema y a la que hay que apartar. Una vez más, una se siente como una mierda, insegura, y con miedo de lo que ocurrirá cuando llegue a Sevilla y me cruce con ellos en el andén”. Basta ya de tanta basura moral. Y cuando siga habiendo miserables como los tres acosadores, que desgraciadamente, volverá a haber, lo mínimo que se puede pedir es que las autoridades, el revisor o cualquier persona al cargo de la seguridad, haga lo que tiene que hacer, y no cambiar a la chica acosada de sitio.