La trama empieza a ser digna de una película que arrasaría en los cines: "La decisión de Colau". Todo el mundo está pendiente. La expectación es tal que ni siquiera parece importar mucho la opinión de la propia alcaldesa de Barcelona, ahora en funciones. ¿Pactará con Maragall? ¿O lo hará con Collboni y Valls? ¿Valls con o sin Cs? Desde que acabó Juego de Tronos que no había un hype tan exagerado en las redes. El asunto no es menor, con el ayuntamiento de Barcelona en juego, y con la maquinaria del Estado, las élites y las fuerzas del IBEX lloriqueando a Ada que cierre el paso al ganador de las elecciones, Ernest Maragall. Mucha presión para Colau, también desde las redes. Lo vimos con su último tuit, desde la terraza de su casa. Ada, todavía recuperándose de la intensa noche del 26-M, dejó clara una cosa: "Nunca pactaré con la derecha"

La cuestión es saber qué considera Colau como "derecha". Ha dejado claro que "nunca" pactará con JuntsXCat, sí. Pero surgen otros interrogantes, per la confunsíon que genera la división entre progres y conservadores (una de las más típicas y tópicas en el mundo de la política). ¿Es el PSC del 155 de izquierdas? ¿Ser independentista anula a Esquerra como fuerza progresista? Y todavía más importante: ¿Discrimina la alcaldesa entre Valls, Corbacho y Parera (los tres independientes de la alianza con Cs) respecto de los tres representantes puros de Rivera y Arrimadas? ¿Es Valls de izquierdas? Parece que no, que lo de Valls es inviable. Centenares de mensajes han inundado el vídeo de Colau, que llegaba horas después de un tuit bastante contundente de Gala Pin, concejala de BCN en Común: "No se va a pactar con Valls. ¿Estamos locos o qué?"

Es posible que sí, que la campaña electoral nos haya hecho enloquecer (a unos más que de otros). Se pueden ver casos de comportamientos "bipolares" (dicho con todo el respeto), como a las élites económicas que demonizaban a la alcaldesa por "comunista", "amiga de manteros", "populista" y "pro-indepe", ahora arrodilladas para pedir el milagro. El verdadero milagro, mirándolo bien, es su conversión a Ada Colau, su última esperanza para materializar el tongo. Colau ha dicho que nada de pactar con derechas, eso ya les tendría que indicar el camino que les espera. Pero claro está, la sociedad barcelonesa (y catalana) sufre un episodio "transitorio" de dislexia cognitiva. ¿Ada, qué es izquierda y qué está derecha? Twitter es un mar de dudas.