Aída Nízar es un personaje muy singular. La descubrimos mediáticamente en el año 2003, en 'Gran Hermano' en su quinta edición. Duró poco, pero la huella que dejó, imborrable: de ser la primera expulsada a trabajar para 'Crónicas Marcianas' fue de una. Polémica, enervante, creída, cruel en el insulto, victimista en la crítica y, lo más característico de su personaje: con una autoestima a varios años luz de distancia. Quemó los platós españoles y exportó el circo a Italia y Sudamérica, con gran éxito en el primero de los casos. Los transalpinos le compraron el lema que repite hasta desgañitarse, "adoro mi vida". Su especialidad, la autoayuda, las charlas motivadoras de chichinabo. Es la Llados cuando no había Llados, pero con menos músculos y casi analógica. Le supera en escandalosa, eso sí. Pues bien, she's back.
La cosa se mueve después de una temporada sin tener noticias sobre la señora de 48 años, hecho que agradecemos tras ver cómo hizo caca en el suelo de una habitación en otro 'GH', en el año 2017. No, no matábamos por saber de ella. Sin embargo, Nízar sí que tenía ganas de hacer ruido, de celebrar, de liarla gorda. Leemos en algunos digitales que acaba de ver como la Justicia embargaba los bienes de una señora a quien condenaron por ir a 'Sálvame' a llamarle de todos menos bonita. Después de años de reclamaciones, la deuda de 36.000€ está más cerca de la de Valladolid. Una inyección de felicidad que ha desatado de una manera temeraria mientras conducía por Madrid. Un peligro.
3 minutos de vídeo de Aída, a toda velocidad por una vía rápida de la capital de España en su descapotable, grabándose mientras escucha y reinterpreta la canción 'Zorra' de Nebulossa, representante de España en el próximo Festival de Eurovisión. El ex de Telecinco adapta la letra en su vida, obra y circunstancias. Lo que ha hecho siempre: Nízar es una experta hablando de ella misma, puede estar días y días sin respirar. Después del primer impacto de 'mira, otra vez haciendo el cabra', te das cuenta de la cantidad de las bestialidades e infracciones que comete: todas. Deja el volante, baila, canta, grita como una loca, no va centrada en la conducción, insulta a otros usuarios de la vía, e incluso deja todo lo que está haciendo para coger botellas y beber sin detener la marcha. Un cuadro del que está orgullosísima, claro. Solo faltaría.
De las sandeces que dice Aída, destacamos un "torpeeeeeee" a otro conductor, el "mi droga es el zumo de naranja y el agua" o el "en España no soy la reina porque no tienen dinero para pagarme". Nízar, sin frenos por la vida. Un demonio sobre ruedas. Todo lo que no sea que le quemen el carnet de conducir será de juzgado de guardia.