La culerada se ha despertado del sueño de la peor manera. La Champions League es historia, la gesta del Barça masculino en el Parque de los Príncipes contra el París Saint Germain no ha sido suficiente para acceder a las semifinales de la máxima competición continental. La mala suerte, un rival lleno de estrellas y un árbitro con un comportamiento sospechoso se encargaron de enterrar las ilusiones y el trabajo de los jugadores sobre el terreno de juego. La expulsión de Ronald Araujo, una medida más que rigurosa a la media hora con 1-0 para los catalanes, condicionó el partido. Tampoco el colegiado consideró revisable un más que a posible penalti a favor del Barça. Xavi y más miembros del cuerpo técnico fueron enviados a la grada por el rumano István Kovács, un peligro con un silbato en la boca. Dembelé extramotivat y penoso, Mbappé con goles regalados, Luis Enrique eufórico... Un desastre. Entre unos y otros hundieron al Barça.
En días como estos, ser del Barça es jorobado. Hace daño. Ver la decepción de los aficionados en el Estadi Olímpic, donde se vivía un ambiente como hace años que no se recordaba, es un mazazo. Pero todavía es peor gestionar la tristeza de las chiquillos, de lo que se explican la derrota y el batacazo. Pero en este panorama negro, aunque parezca una astracanada, hacen falta más camisetas azulgranas que nunca en las calles, en las escuelas, en los patios. En todas partes. Es un día para sentirse orgulloso de quién eres. Y ninguna derrota, ninguna goleada y ningún oportunista nos lo podrá arrebatar. Volveremos a sufrir, volveremos a luchar, volveremos a vencer.
Todo esto que explicamos es difícil de asimilar cuando has dormido mal, cuando has visto llorar a tus hijos e hijas, cuando el regusto es amargo y doloroso. Pero levantarse no es solo una opción, también una obligación. Y al que le falten las fuerzas, aquí tiene un buen remedio: Aitana Bonmatí. La futbolista número 1 del mundo, más culé que el escudo y emblema del Barça más esplendoroso, nos envía un mensaje urgente. Por descontado que vivió el partido en directo, que experimentó la montaña rusa de emociones de un duelo con resultado injusto e inmerecido. Que sufrió y de lo lindo. Que no es un día fácil. Pero precisamente por eso, hay que escuchar atentamente lo que nos dice. Una palabra: "SEMPRE". Siempre Barça. Cuando tienes el mundo a tus pies, pero también cuando te pisan de manera salvaje. Eso es ser més que un club: una familia que se ayuda entre ellos.
La Balón de Oro, The Best y campeona de Europa y del mundo podría haber hecho como tantos y tantos seguidores este miércoles: bajar la cabeza, tragar saliva y contar las horas hasta olvidar el golpe. Pero ella no es así. Y a pesar de tener la cabeza puesta en el partido del sábado, semifinal de Champions contra el Chelsea, ejerce su papel de embajadora, de reina e de icono culé por antonomasia. Siempre. Visca el Barça, y visca Aitana.