La gran noche del fútbol mundial volvió a tener color azulgrana. Un clásico. El Balón de Oro 2023 ha ido a parar a dos nombres ilustres para el barcelonismo. El primero, Leo Messi. El argentino ha pulverizado todos los registros levantando el octavo trofeo de la revista France Football. Sí, Messi hace mucho tiempo que no pisa Can Barça, pero esté en París, Miami o Plutón, la realidad es una y única: su corazón es culé. "Tuve la suerte de, como hablaba Aitana antes, estar en el mejor equipo del mundo, el mejor club, el mejor equipo de la historia", dijo el de Rosario. Imposible no emocionarse. Hacía referencia a las palabras de Aitana Bonmatí, la otra gran protagonista de la cita. La de Sant Pere de Ribes, azulgrana hasta la médula, se coronó como lo que es y ha demostrado: la mejor del planeta. El galardón es merecidísimo.

Bonmatí, nerviosa como pocas veces la hemos visto en la vida, pero haciendo un ejercicio de valentía, de honestidad y de valores increíble, sucede a la gran Alexia Putellas en el palmarés. Es su primer Balón de Oro, veremos si el próximo año repite y, sobre todo, si se lo disputa con la propia Putellas, cada día más en forma y más parecida a la enormísima jugadora que fue antes de su grave lesión en la rodilla. También podría ir a parar a Salma Paralluelo, la delantera de 19 años del Barça que quedó en tercera posición. Rolfö, quinta, Patri Guijarro, octava, o Mapi León, en la posición 16 (una injusticia flagrante), también son firmes aspirantes. El FC Barcelona manda. El FC Barcelona seduce. El FC Barcelona es el número 1.

De la gala hay muchos momentos inolvidables, especialmente el discurso en catalán de una Aitana que rindió homenaje al club, a Joan Laporta y, especialmente y por encima de todo, a sus padres. Hizo mención de la lucha familiar para cambiar una costumbre machista instalada en la sociedad, el de la obligatoriedad de poner a los hijos el apellido paterno en primer lugar. Cuando la jugadora nació en 1998 la inscribieron con los dos apellidos maternos, como medida de protesta. En 2019, cuando la norma medieval y caduca cambió, se reinscribió como Bonmatí Conca: el apellido de Rosa, su madre, en primer lugar, y el de Vicent Conca, su padre, en segunda posición. Una lección a las mentes trogloditas que todavía imperan en la sociedad y en el mundo entero. Anoche, de hecho, el fantasma del machismo pululó por el escenario. 

Aitana Balón de Oro sonrie EFE
Aitana gana el Balón de Oro / EFE

Todo pasó cuando el cantante nigeriano Rema interpretó su hit 'Calm Down'. Se ve que el chico lo peta, enhorabuena. Ahora, que de educación, de tolerancia y de unas cuantas cosas más todavía va muy verde es una evidencia que él solito se encargó de enseñar al mundo. Fue la mancha indigna de un acontecimiento donde todavía hay tufo a Varon Dandy. Pasados unos pocos segundos de la actuación, Rema se dirige a la primera hilera de espectadores, formada por la mayoría de los premiados de la noche. El artista se acerca a Alejandro Balde, defensa del Barça, sentado junto a Salma, Aitana y Rolfö, con Ilkay Gundogan y el resto de nominados más allá. ¿Qué hace el nigeriano? Choca la mano con Alejandro, se aleja dos pasos, pasa de las cracs azulgranas y vuelve a dar la mano a Gundogan y al resto de señores allí presentes. Indigno, asqueroso, vomitivo. Una humillación en toda regla. Y el tipo riendo. Asco. Que no vuelva, o que le enseñen a comportarse. A todos ellos.

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