En Catalunya hay una certeza científica: cuando un ciudadano dice "No entiendo el catalán" lo más probable es que esté mintiendo. Según el Instituto de Estadística de Catalunya (Idescat), el 95,9% de la población de Catalunya de 2 años o más entiende el catalán, más concretamente el 86,8% de la población lo entiende bien y el 9,2% con dificultad. Por lo tanto, solo el 4% de habitantes del país es cierto que no entienden nada en lengua catalana. Así, cuando un camarero, una cajera, un notario, un albañil o una peatona escupe "Hábleme en cristiano que no le entiendo" en realidad no es incomprensión lingüística, es catalanofobia. Hay un 95,9% de probabilidades que sea catalanofobia.

Un albañil trasteando, EFE

Acaba de pasarle a un vecino de Manresa catalanohablante que ha querido contratar a un albañil para hacer unas obras en casa y el operario, castellanohablante, cuando ha visto que su cliente se le dirigía en catalán se ha dedicado a abroncarlo, insultarlo, llamarle "maleducado" y a exigirle enfurecido gritando que cambiara de lengua al castellano. Caray los albañiles en Manresa, van fuertes. Un encontronazo que el tuitero ha publicado y no habría tenido más resonancia si no fuera porque le ha contestado un célebre tertuliano de TV3: Víctor Amela.

Víctor Amela TV3

Víctor Amela es tertuliano y polemista en los programas donde trabaja, como Col·lapse o Planta baixa de TV3 pero en esta ocasión en lugar de confrontarse con otro VIP, como lo hizo recientemente con Toni Soler, lo hace con un tuitero anónimo. Amela lo acusa de hacer enfadar al pobre albañil y de ser un catalanohablante ogro y Mr Scrooge (el anciano huraño que odia la  Navidad). Amela vuelve a incurrir en un error: asegura que la mitad de los vecinos de Catalunya no entienden el catalán cuando sostiene "Nunca cedas, a pesar de te tengas que enfurecer con la mitad de tus vecinos". No ha entendido que el problema no lo tienen los catalanohablantes con los castellanohablantes sino con la ínfima parte de ciudadanos castellanohablantes de Catalunya que afirman que no entienden el catalán cuando es mentira.

Lo que les pasa a personas como el albañil de Manresa no es que no entienda el catalán, como demuestra manteniendo la discusión con una persona que se expresaba en catalán. Su problema es que detestan que alguien se les dirija en catalán. Se llama catalanofobia. Así se entiende mejor por qué el albañil grita, exige e insulta el cliente. Amela conoce bien la situación: él es bilingüe aunque con un dominio de la lengua catalana notablemente inferior que de la lengua castellana. No pasa nada. La Vanguardia tiene doble edición y le traducen sus imprescindibles artículos al catalán. Al final todo es más sencillo: cambiar de albañil.