No sólo Albert Pla es uno de los cantautores más personales e inimitables de la escena musical. También es una de las mentes más lúcidas y uno de los analistas más rotundos. Su mente es única a la hora de captar la realidad con cinismo, sátira, mordacidad e ironía. Y su talento a la hora de escribir ha quedado claro en un artículo en el diario Público.

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¿El tema analizado? Gabriel Rufián. Alguien que para el unionismo más rancio y cavernario ha pasado a ocupar el lugar de honor en el podio del odio (con permitido de Dani Mateo). Y Albert Pla sabe un poco de provocar reacciones furibundas en gente que ve en sus letras unas ofensas a los símbolos nacionales. "La culpa es de Rufián" es el título que lleva el escrito. Un escrito que se tendría que estudiar en las escuelas sobre lo que significa la palabra ironía. Una finezza que se ha comparado con otro texto dedicado al diputado de ERC en el Congreso después de su expulsión del hemiciclo. Jordi Évole también cargaba las tintas contra Rufián diciéndole que utiliza una "provocación de macarra" que le recordaba a Mourinho.

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Pla también pone a Rufián a caldo... Pero sólo en la forma. En el fondo, quien recibe un zasca gigantesco es mucha otra gente. El músico es capaz de provocar que se estén leyendo cosas como "Ese tipejo tuitero, este indeseable golpista indepe, que no tiene puta idea de política, que ha arruinado la economía del país, la convivencia entre españoles y el decoro entre parlamentarios. Hasta que llegó Rufián todo andaba bien. En España no había golpistas, los políticos no tenían actitudes chulescas, ni despóticas, ni decían palabras gruesas. En España nadie mentía" y pensando al unísono en el sentido contrario de lo que se lee.

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"Ala puta calle", clama Pla. "Bien hecho, señora Pastor, usted que viene de una familia y un entorno de demócratas ejemplares, sabe bien lo que hay que hacer. No se puede permitir que siga acusando al PP de haberse financiado ilegalmente, de haber robado, engañado y chantajeado a todos los españoles durante cuarenta años". Pam. Nunca un 'elogio' fue tan rotundamente crítico con los populares. Hay para todo el mundo. También para el PSOE, Cs o para la monarquía, que salen retratados de manera sutil: "Si le permitimos estas barbaridades, puede acabar diciendo que todos los parlamentarios mienten. Acabará diciendo que el rey es un ladrón, acabará diciendo que el PSOE montó su propio grupo terrorista, que el partido popular está repleto de criminales. Acabará diciendo que partidos tan demócratas como Ciudadanos y Vox son unos fachas. Con lo fácil y respetuoso que sería llamarles ultraderechistas a los fachas".

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Después de peinar también a los bancos, las grandes empresas, las fuerzas de seguridad del estado, los franquistas, la Iglesia y todo aquello que se mueva: "Así no hay manera de trabajar por España, con un tío tocando los cojones en el escaño de al lado y comportándose como un machista, escupiendo a sus compañeros de hemiciclo, convirtiéndolo todo en un reallity show de mal gusto. Esto no se había visto jamás. Es un loco, ve fantasmas, está poseído por el demonio, nada de lo que dice es cierto. Tiene visiones propias de un demente". Con una petición final: "Se le tiene que expulsar de la política porque si sigue así, acabará engañando a esos pobres ciudadanos, incultos, adoctrinados y descerebrados, que se creen todo lo que dice en la tele y en el Twiter. Acabará arrastrando a las gentes en su locura paranoica y maleducada". Albert Pla canta con un tono de voz apocado y bajo. Pero lo que escribe resuena bien alto.