De las pocas cosas que se pueden echar de menos de Albert Rivera son sus inclasificables vídeo-selfies: gravándose solo, con el móvil dirigiéndose a patriotas. Este lunes 2 de diciembre era el último día para que los exdiputados vaciaran sus despachos y Rivera ha dejado su último vídeo en la Cámara Baja. Como siempre, es un poema a su ego:

Ojos llorosos, uniforme de pijo con jersey de cuello alto, sin voz, medio emocionado medio afónico. Y sin entender la democracia. Repite que "Estuve aquí sentado para representar a millones de españoles". No ha entendido que no representa a sus millones (menguantes) de votantes. Los diputados representan a la totalidad de la ciudadanía, no sólo a sus votantes. Pero Rivera no se entera. Ya es tarde. Ahora vive con Malú y le esperan nuevos vídeos en Antena 3 con su íntima Susanna Griso.

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La red lo destruye desde su propio instagram:

 

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Rivera se va pero deja en herencia a España la misma que dejó en Catalunya: Inés Arrimadas. Y se quedan Carrizosa, Lorena Roldán y Jordi Cañas. El dream-team de Ciudadanos. ¿Qué podría salir mal?