Desde que Albert Rivera olfateó al perrito Lucas, no se ha sabido nada más ni de él ni del perrito. Quizás aspiró demasiado fuerte los efluvios del pobre animalillo, pero el caso es que aquel fue el inicio del fin de la carrera política del exlíder de Ciudadanos. Desde que se marchó por patas, cosa que ya avistaba, desde que hizo todo lo contrario que la orquesta del Titanic y en lugar de quedarse tocando hasta el hundimiento final, fue de los primeros que saltó del barco, el partido naranja casi ha certificado su defunción total.
Descalabros descomunales en Catalunya, en Madrid y en todas partes donde haya elecciones. El partido que ahora preside Arrimadas no es que sea una sombra de lo que fue, es que es tan insignificante que ya no tiene ni sombra. Rivera no fue el único en huir antes del sopapo histórico de Cs en los últimos comicios. El hombre más chaquetero de la política de los últimos años, Toni Cantó, también cambió el naranja por el azul celeste y corrió a los brazos de Isabel Díaz Ayuso haciéndole de palmero a cambio de una paguita, de cuatro migajas que le dejara, en este caso, la Oficina del Español.
En Ciudadanos se lleva mucho esto de cambiar de chaqueta, y ahora, quien ha seguido el ejemplo del valenciano, es Albert Rivera. El político catalán, un año y medio después de haber dimitido como presidente de su partido, sigue teniendo cierto peso político. Al menos, para Pablo Casado.
Según explica El Independiente, la relación entre ambos es "muy buena" y los contactos se han multiplicado en el último año, e incluso aseguran que el presidente del Partido Popular ve en Rivera una especie de asesor de confianza y atiende y escucha sus consejos. Y todo, después de que a finales del año pasado ya trascendió que el PP había contratado al ahora responsable del despacho de abogados Martínez-Echevarría & Rivera, a fin de que preparara el recurso de inconstitucionalidad que los populares llevaron al Tribunal Constitucional contra la ley catalana de alquileres.
Rivera-Casado, Casado-Rivera, dos caras de la misma moneda. O una moneda con las mismas caras. El catalán y el de Palencia se parecen, no sólo política, sino también físicamente. Y ahora, por lo visto, la simbiosis llegará a su máximo esplendor con el asesoramiento del uno al otro. A la red no le ha cogido por sorpresa lo que publica el citado medio, pero sí que lo ha aprovechado para abonarse y hundirles a los dos con una retahíla de mofas y comentarios sangrantes. Estos son solo unos ejemplos, pero hay a espuertas:
Hagan apuestas: ¿quién será el siguiente? ¿Arrimadas? ¿Carrizosa?