Que la relación de Albert Rivera y Malú acabó de la peor manera no es ningún secreto, a pesar de la supuesta discreción de las partes con respecto a su vida privada. No son padres separados que mantengan buen rollo y cordialidad por su nexo en común, la pequeña Lucía. La realidad es que la expareja mantiene la mayor distancia física posible, proporcional a la emocional que sienten el uno hacia el otro. No hay un buen recuerdo. Han pasado página. Aunque, en la intimidad, todavía haya cuentas pendientes. Y Rivera es muy de hacer públicas las cosas en festivales, fiestas y ferias, y que lo pillen en situaciones comprometidas.
El exlíder y fundador de Ciudadanos confesó su ruptura con la cantante en un concierto de Rosalía. Unas orejas (y oídos) indiscretos oyeron la conversación de Rivera con su grupo de amigos, supuestamente destrozado por la separación. Pues debió ser una tristeza muy fugaz, porque poco después estalló el verano del amor de Albert, con aquella concatenación de ligues en Ibiza. La actriz Aysha Daraaui, devorándolo como criatura marina, y más tarde una influencer rubia, pija y enamorada. Perfecta para Rivera. Carla Cotterli, que quizás se enteraba en aquel momento del doblete de su ilusión, pero que tiraba millas. Se convertía en novia oficial, una nueva conquista del de Granollers. Todo un honor.
Pues bien, aunque la cosa parece ir viento en popa a toda vela, estos días de Feria de Abril en Sevilla Rivera ha girado el cuello para mirar a su pasado. Y le ha ocurrido justo en medio de una juerga en una caseta, simulando que bailaba una rumba. Rivera será guapo, pero no es Fred Astaire. Sus movimientos oscilantes y poco acompasados estarían seguramente motivados por el ambiente de rebujitos y tapas, situación muy extendida estos días en el Ferial de la capital andaluza. El maestro de ceremonias de la actuación musical hacía de entrevistador improvisado de Alberto Carlos, preguntándole si alguna vez había estado enamorado. Pregunta a la que respondía con una mueca y un gesto con los dedos. Uno universal, el de poquito. Por lo tanto, ni Mariona Saperas, ni Beatriz Tajuelo, ni sobre todo Malú han disfrutado de un auténtico Rivera preso por Cupido. Era un papelón. Qué bonito le ha quedado, olé tú.
El remate de la escena, ofrecida por el programa 'Socialité' de Telecinco, introduce a Carla Cotterli en el desafío. Le vuelven a preguntar, en este caso, si actualmente está enamorado. Aquí el gesto de mínimo pasa a máximos. "Sí" rotundo y gigantesco. ¿Una declaración de amor, la primera de manera pública, o una guantá sin manos de Rivera a la sobrina de Paco de Lucía? Si fuera otro el protagonista, quizás colaba como espontáneo y natural. Pero después aparece Albert Rivera y recuerdas cosas. Tiene mucha mili. No hace prisioneros.