Político. Abogado. Escritor. Director de máster. Y ahora, columnista. Dicho así, se podría pensar que hablamos de un hombre o una mujer excelsos, preparadísimos, triunfadores. Un espejo en el que todos nos querríamos ver reflejados, por qué no. Pero sentimos mucho chafarle la fiesta al personal, porque de momento no conocemos que nuestro personaje haya tenido éxito en ninguna de estas disciplinas. En política estuvo a punto de pillar cacho, pero malgastó su momentum abrazando a la derecha más derechosa y reaccionaria, y claro: entre PP y VOX se lo comieron con patatas. Ay, disculpen, que no hemos dicho todavía de quién es trata. Esta es fácil, la verdad: Albert Rivera. Porque sí, a pesar de sus fracasos múltiples y ridículos diversos, Alberto Carlos es como de la familia. ¿Oveja negra? ¿Cuñao? Bueno, aquí ya no nos mojaremos, que cada casa es un mundo.
Volvamos al inicio, a la lista de profesiones del de Granollers a lo largo de su vida. No mencionamos dos por razones obvias: la temporada que pasó de becario en una entidad bancaria ni cuando hacía de personaje televisivo en programas de entretenimiento de La Fábrica de la Tele. Un concurso de oratoria presentado por Ruth Jiménez, haciendo tándem en el jurado con Mercedes Milá. Rivera era muy joven, quería comerse el mundo y comerle el tarro a la gente. 'El comecocos' era el título del programa, no diremos nada más. Cayó bien a las cúpulas de las empresas, las audiovisuales y las del IBEX. Aquello le abrió las puertas de la política. Bien, eso y haberse afiliado a las Nuevas Generaciones del PP, haciendo contactos que después aprovecharía para montar su partido, el de los liberales y anticatalanes obsesivos. El resto es historia, pero quizás fue el momento más álgido de su carrera. Después sólo ha ido a peor.
El curioso paso de Albert Rivera por el mercado laboral después de hundir a Ciudadanos
Después del batacazo descomunal en las elecciones de 2019 y de su dimisión como number one de los naranjas, Rivera se incorporó al mercado laboral en un despacho de abogados del que lo despidieron de malas maneras con acusaciones de vago. También probó suerte como escritor, presentando unas memorias que son un desastre editorial, pero un motivo de partirse de risa para los lectores. En cuanto al tema del Máster en Liderazgo, ¿qué podemos añadir a todo lo que hemos escrito, leído y oído sobre el tema? Pues que parece una broma y una tomadura de pelo venderte como un formador de futuros estadistas cuando tienes el currículum de Rivera. Pero vaya, es el mercado, amigo: los alumnos que hayan picado, en el pecado encontrarán la penitencia.
Rivera, ahora columnista de opinión: críticas feroces
Albert suma y sigue, acaba de estrenar un nuevo trabajo, otro más. Este domingo ha debutado como columnista en un digital, The Objective. Sin matarse, una vez al mes. Allí se encontrará a gusto, junto a Esperanza Aguirre o Fernando Savater. "Que la ley iba en serio" es su primer texto, jugando con el poema de Jaime Gil de Biedma, no lo ha hecho nunca nadie antes. Así de rompedor es. Dedica sus líneas, muchas y muy espesas, por cierto, a vanagloriarse de vete a saber qué rectitud y responsabilidad de la práctica política, dibujándose como un mito moral, etcétera. A ver: aburre a las moscas, digámoslo claro. Y no, no ha reventado las redes. Más bien ha pasado de puntillas. Eso sí, en cuanto a las reacciones de los lectores, muchos le hacen un traje guapo, guapo: "Vaya mojón". Pero hay más...
Albert Rivera, de profesión... ni idea. Lo que haga falta para que le hagan casito e inflar su ego.