Se acerca el día. No diremos "¡por fin!" porque el interés era bajo o inexistente, pero se ha hecho esperar. El libro del ciudadano vulgaris Alberto Carlos Rivera, aquel con el que lleva desde febrero dándonos la lata, está a punto de llegar a las librerías. "Un ciudadano libre" tenía que presentarse por Sant Jordi, pero la pandemia lo alteró todo. Seguramente, uno de los daños colaterales más benignos de todo este drama sanitario sin precedentes. 5 meses después a Rivera y a Planeta los ejemplares les queman en las manos y lo ponen en circulación. Y quién mejor para hacer de hombre anuncio que el propio autor, que ha encontrado un hueco para la promo entre cambios de pañales y su horario de trabajo de abogado importante.
Este vídeo que circula por las redes es el discurso sorbecerebros del exlíder de Cs, al estilo de los vendedores puerta a puerta que actualmente han quedado demodés. Exactamente igual que él o el partido al que llevó de la ignominia a la irrelevancia. Un bagaje del que Rivera se siente orgulloso y del que extrae las batallitas de político jubilado que llenan las páginas del libro. "Albert llama a su puerta": se presenta con esta cara de buenazo que no se cree nadie y un discurso lastimoso que hace las delicias de los internautas, que le tienen ganas. El papelón de su reaparición nos ha hecho retroceder en el tiempo, hasta aquella época en la que cualquiera de sus tuits, vídeos o manifestaciones públicas parecían salidas de un Club de la Comedia de cuarta división. Las reacciones? Lanzamiento de tomates, pimientos y huevos virtuales, y mucho, mucho cachondeo.
Ha pasado de vender motos a vender libros. Todos de dudoso gusto y calidad. También podría vender crecepelo, por todo el que nos ha querido tomar a lo largo de estos años.