Los organizadores de la cumbre mundial del clima, la COP25, parecen no tener muy claro cuál es el objetivo del encuentro. ¿De verdad luchan contra el cambio climático? ¿De verdad son ecologistas? ¿O lo que les preocupa es salir en teles, diarios y medios de comunicación de todo el mundo? Sólo así se explica la presencia del cantante Alejandro Sanz, que ha pasado por el acontecimiento como ponente estrella, anunciando que sus conciertos serán neutros (o próximos a la neutralidad) en emisiones de dióxido de carbono: "Quiero conseguir que mi huella se reduzca y voy a implementar un estudio sobre la cantidad de CO2 que emiten mis conciertos. Es la única manera". También ha reconocido que todos somos culpables de los estragos causados por la especie humana, que ha vivido (y sigue viviendo) de espaldas a la emergencia climática.
Muy bonito todo, pero no muy creíble. Sobre todo repasando el tipo de vida del músico, retratado en las redes sociales. Yates, motos, coches de alta gama, viajes por todo el mundo en avión... en fin, todo muy sostenible y comprometido. Con el clima y con otras reivindicaciones que parecen de sentido común. Y no, no hablemos de un pasado lejano. Sólo hay que ir a las publicaciones del músico durante este verano para comprobar que Sanz es de los que queman gasolina "porque yo lo valgo". O de los que se hacen veganos por postureo (abandonándolo cuando le parece oportuno). O incluso, como invitado de campanillas de corridas de toros. El repaso ha sido colosal.
Sanz ha dicho a los líderes mundiales que no tengan miedo de exigir sacrificios a la ciudadanía. Que sean valientes. Si el nivel lo marcan personajes como él, estamos perdidos. Muy bien la cumbre, la verdad. Un nuevo ejemplo de cómo vender motos haciéndolas pasar por bicicletas. Alejandro, siempre dando la nota.