Cuando alguien sufre cáncer despierta una oleada de empatía que aumenta si es una persona joven. Si encima es un famoso hijo de ultra-famosos la opinión pública se sensibiliza especialmente. El caso de Álex Lequio Obregón es significativo. La prensa ha sido cuidadosa al no hacer fotografías del chico durante su estancia en Nueva York para tratarse de un cáncer del que no ha trascendido nada. Por eso es sorprendente que la reaparición pública del chico sea en sus redes promocionando un restaurante japonés:
¿Señal de normalidad o frivolidad? La próxima semana abre a Madrid un local de comida japonesa de Alcobendas y por lo visto el joven de 25 años es uno de los promotores. Álex Lequio invita a sus seguidores a escribirle en privado en las redes para apuntarlos en la lista. El chico no está centrado ya que informó del local que no era y por eso en la red escribe: "La información que habéis leído se incorrecta". El negocio es el negocio.
Así como su padre no tiene problemas al aparecer a Telecinco gritando cómo un energúmeno en un programa absurdo del Mundial que ya ha sido cancelado después de una sola emisión, el hijo parece estar recuperado. La alegría por su recuperación contrasta con la sorpresa que reaparezca de esta manera tan poco ortodoxa. Recuerda cuándo Raquel Sánchez Silva reapareció una vez muerto su marido para promocionar una marca de móviles agradeciendo haber recibido el pésame a través de su Nokia. El mundo de los famosos es raro.