El enésimo escándalo que ha sacudido a la selección española de fútbol parece que se ha calmado definitivamente. A las 4:30h de la madrugada acababa la noche más larga, la más convulsa, incierta y agria. Las jugadoras, atónitas por la convocatoria basada en mentiras de la nueva seleccionadora Montse Tomé, recibían la amenaza con claridad: si no se presentaban al llamamiento, la Federación arruinaría sus carreras dejándolas sin licencia. Su muerte profesional. Con este panorama viajaron hasta Valencia, sede improvisada de la concentración, dejando constancia de su disgusto, malestar y oposición. Alexia Putellas, por ejemplo, mataba con la mirada en el aeropuerto del Prat a las 5 de la tarde. Llegó más relajada entrada la noche, porque cambiaron su vuelo por una avería, pero sabiendo que las horas siguientes serían muy movidas. Así han sido. Maratonianas. Y con cierto sabor a victoria. Amarga, pero victoria.

¿Por qué amarga? Primero, por haber forzado las cosas hasta estos extremos. Por el daño que se ha hecho a las deportistas. A las mujeres. A todas en general, pero después podemos entrar en casos concretos. Mapi León y Patri Guijarro, las primeras en pedir cambios y estar dispuestas a jugársela. Quedaron expuestas desde el primer día por exigir lo que se acaba de firmar por escrito y con nocturnidad en un hotel de un campo de golf de Oliva. Renunciaron a ganar un mundial con una selección liderada por Rubiales y Vilda. Y después, con la pareja fuera de circulación, todavía han tenido que aguantar el chantaje de Tomé y los directivos convocándolas a la fuerza. Se han ensañado con ellas, pero su dignidad las honra. Y han vencido. Han vuelto a casa sin castigos injustos. Son heroínas. 

Mapi León y Patri Guijarro abandonan la concentración / EFE

Hay otros casos, com el de Alexia Putellas. La persona que más ha acompañado a Jennifer Hermoso durante el huracán del famoso y maldito beso no consentido, y que ha sido señalada por la caverna 3.0 como líder de una revuelta egoísta. Alguien que solo buscaba su beneficio personal, manipuladora y retorcida. Es lo que se ha escuchado en programas de radio muy famosos hasta hace pocas horas. Putellas, una vez conseguido el compromiso firmado de cambios, renovación, igualdad y aire fresco, se ha quedado en la selección. Se han alcanzado los objetivos comunes y ella, a pesar del desgaste y el hartazgo, pone también de su parte. Podría poner veinte mil excusas y marcharse. Pero no lo ha hecho. Y también le ha costado.

¿En qué pensaba Alexia durante las horas más difíciles del conflicto? Pues lo sabemos. Las cuentas en diferentes redes sociales de las grandes protagonistas se han mantenido mudos durante las pasadas 48 horas. Cuando menos, de manera oficial. Putellas, sin embargo, sí ha dejado un rastro secreto en una cuenta alternativa. Un detalle muy tierno y que dice mucho: necesitaba afecto, el calor del hogar. Y aquí entra uno de sus grandes amores, su perrita Nala. Hemos hablado de ella en varias ocasiones, es un buen termómetro del estado de ánimo de la crac mundial, y tiene Instagram propio. Hacia las 10 de la noche, poco después de llegar al hotel de la concentración, colgaba esta foto del animal mientras sonaba una estrofa de la famosa canción de 'Toy Story': "Hay un amigo en mí, hay un amigo en mí, cuando eches a volar y tal vez añores tu dulce hogar..." Necesitaba a su gran amiga, era un momento complicado. Precioso.

Nala, la perra de Alexia Putellas / Instagram

Alexia, siempre enorme. Irrepetible.