Una oleada de alegría por la victoria de la Selección absoluta Femenina de fútbol recorre todo el país. Imposible no alegrarse de ni que sea por ellas. Los vicios del fútbol masculino todavía no han llegado a las chicas. No sufren programas tóxicos de TV y radio que envenenen a la opinión pública, no hay entrenadores bocazas en la sala de prensa, no hay juego sucio, pérdidas de tiempo, falsas lesiones... Conserva aquella pureza del rugby y otros deportes que se saben minoritarios. O ya no lo son tanto. Campeonas del mundo casi solas. Han tenido que sufrir a un seleccionador incapaz de recoser lo que destrozó, dividiéndolas (o conmigo o contra mí) y que cuando han ganado la Final sale a decir "Somos campeones" en lugar de "Somos campeonas". Es lógico que el tal Vilda haga tándem con el presidente de la Federación, Rubiales, un señor que le planta un beso en los morros a Jennifer Hermoso en plena celebración. Esta generación de futbolistas se merecería a una mujer seleccionadora, tipo Anna Tarrès, y una presidenta. Porque sí, la visión de género hace más transversal la alegría de esta copa, que trasciende al mundo del deporte. Incluso Letizia ha tenido el olfato de estar en Sídney y vampirizar la buena imagen del equipo levantando ella misma la Copa.
Hay otra victoria en esta alegría colectiva, pero no se dice lo suficiente: es una victoria para el colectivo LGTBI. Hay varias jugadoras del Barça, de la Selección o de otros clubs que son lesbianas. Algunas lo hablan abiertamente, otros dejan que se sepa, pero no difunden su vida amorosa en Instagram. Ninguna de ellas se esconde. Con el añadido de que algunas parejas sentimentales se forman entre compañeras de equipo. Y todo se trata con normalidad. El colectivo de mujeres LGTBI no tiene ningún otro foco tan potente como este y eso es mérito de las jugadoras. En el fútbol masculino español de élite no hay ni un solo jugador homosexual reconocido. El fútbol femenino ha roto el estigma y el secretismo. Ahora se habla del amor entre chicas sin ninguna connotación, en la sociedad en general y en la prensa rosa en especial. Todavía quedan medios carcas, como Hola, que hablan de "amigas especiales". Este triunfo es también para las adolescentes que se sienten atraídas por otra chica. Por eso es tan importante, y bonito, un gesto que ha pasado desapercibido para todos los medios deportivos y rosa. EN Blau lo explica en primicia. Miren esta foto:
Fíjense bien, Alexia y Jenni celebran el Mundial con las camisetas intercambiadas y para que se vea claro en todo el Planeta, se las han girado, la espalda va al pecho, de manera tal que el dorsal con el nombre de una aparece bajo la cara de la otra. Alexia lleva el nombre de Jenni y Jennifer el de Alexia. Lo habitual es que las camisetas se intercambien con el equipo derrotado, las inglesas, pero en una Final la camiseta no se regala excepto a un ser muy querido. Y sí, Alexia y Jenni, catalana y madrileña, fueron más que compañeras de equipo en el Barça. Ahora Hermoso juega en México y las separa un mundo, pero han vuelto a jugar juntas y muestran al mundo entero con orgullo que todavía se aman. Pone la carne de gallina.
La revista Hola titula el día de la Final "Alexia Putellas y Jennifer Hermoso: su bonita amistad dentro y fuera del campo de fútbol", como queriendo decir sin decir. Nadie ha visto lo de las camisetas. EN Blau ve más. Basta fijarse, está pasando ante los ojos de todo el mundo. Un orgullo de equipo.