La tercera Champions del Barça femenino es la más fiel representación de la expresión "justicia poética". Una victoria sufrida y merecida contra el Olympique de Lyon, bestia negra del fútbol europeo, y con las dos grandes estrellas azulgranas marcando los goles decisivos. Una de ellas, Alexia Putellas, pocos días después de firmar una renovación que algunos, los de siempre, ponían en duda e incluso rechazaban. Pues bien, que se pongan pomada. Mucha pomada. Desde el mismo día de recuerdo infausto en el que la de Mollet se lesionaba de gravedad, han sido muchas las voces de oportunistas, desaprensivos e ignorantes que la consideraban una futbolista acabada. El gol en la final de San Mamés era su respuesta. Así habla una reina. Y así lo celebraba, de manera icónica. De Alexia solo hay una.
Si el partido nos ha dejado una enorme cantidad de imágenes imborrables en términos futbolísticos, otras situaciones vividas sobre el césped del estadio vasco son también sensacionales. El grupo humano que forma este equipo irrepetible mostraba su cara más humana. Hay escenas que se viralizaron rápidamente, como por ejemplo la celebración tan especial entre Ingrid Engen y Mapi León tras el gol definitivo de la número 11. Otras han pasado un poco más desapercibidas, pero valen la pena. Y de qué manera: Alexia y Olga Ríos, nuevamente juntas, en un campo de fútbol tras una gesta histórica. Como en Eindhoven, vaya. ¿El problema? Que parecía que la relación entre ellas se había desinflado. Nada más lejos de la realidad.
La semana anterior a que el equipo derrotara con enorme superioridad la Real Sociedad en la Copa de la Reina, Putellas cumplía un sueño personal. Ponía en marcha una fundación con carácter solidario para ayudar y dar apoyo a niñas de todo el mundo. La presentación se hacía en Barcelona, con el entorno íntimo de la centrocampista apoyándole. Olga estuvo allí. Y el material gráfico demostraba que la armonía entre ellas continuaba intacta, a pesar de alguna confesión íntima de Ríos que se interpretó en clave Putellas. El caso es que el reencuentro público se convertía en un feliz hallazgo para los aficionados al chismorreo barcelonista, otro terreno donde las culés destacan y mucho. Por eso las escenas en San Mamés entre las dos protagonistas son joyas del género.
La fiesta culé tuvo a Olga como participante activa: saltó al césped de Bilbao para compartir la alegría de Alexia, vistiendo una camiseta del Barça que, eso sí, generó una pequeña bronca. Se trata del uniforme de color blanco estrenado esta temporada, un diseño rompedor y de ingredientes históricos importantes. Putellas le reprochó que la llevara en la final, y por una sencilla razón: porque las rivales francesas, soberbias y desagradables con el Barça, utilizaron el mismo color durante el partido. Leyendo los labios queda claro qué le dice: "Le he dicho: ¡no traigas la blanca que el Lyon va de blanco!!!" La bronca más tierna de su historia. Son únicas.