Alexia Putellas llena portadas e informativos de televisión con su imagen levantando la Copa de la Reina, después de la contundente victoria contra la Real Sociedad en el estadio de La Romareda de Zaragoza. La capitana del Barça recogía el título de las manos de hierro de la reina Letizia, quien volvía a presidir el trofeo que lleva su nombre. Después, al bajar al campo para compartir la copa con sus compañeras, especialmente con la portera Sandra Paños, se tenía que colocar la medalla ella solita, demostrando una vez más la incompetencia, desidia y desprecio sistemático de la Federación española hacia el fútbol femenino. Muchos asistentes para la royal y los federativos, y todos en el palco como pasmarotes, sin poner remedio a la ignominia. Todo está podrido.
El título, la buena forma del equipo y la perspectiva de ampliar, el próximo fin de semana en Bilbao, el palmarés de la temporada con la segunda Champions League consecutiva, actuaron como remedio infalible para olvidar el estamento nefasto que gestiona el fútbol profesional español. Alexia, además, tenía más motivos que nunca para estar contenta. Hace pocos días estrenaba un proyecto personal y solidario que le hace especial ilusión, la Eleven Foundation. Una entidad para ayudar a niñas por todo el mundo, contribuyendo a su desarrollo. Un sueño que empezó a hacerse realidad durante la grave lesión de la mediocampista y doble Balón de Oro, y que la mantuvo muchos meses fuera de los terrenos de juego. La semana, completa.
Durante el acto de presentación, Alexia se rodeó de amigos, colaboradores y gente de su entorno íntimo. Una presencia ha llamado mucho la atención de sus fans: Olga Ríos. La relación pública con la representante de famosos parece en pausa, después de una etapa de escapadas juntas y apoyo incondicional en los partidos de fútbol, con escenas memorables. Todo cambió durante el famoso mundial de Australia y Nueva Zelanda: Olga la visitó en la concentración de la selección española, y después... la desaparición. No celebró la victoria en la final, no fue testigo de la conducta reprobable del expresidente Luis Rubiales. De repente, Ríos parecía un fantasma del pasado. Los fans, alborotados. Se han producido algunos leves contactos a la vista de todos, pero el más potente es esta foto bonita. El trasfondo, un coti bien salsero.
Olga Ríos y el tiktoker especializado en mundo rosa, Abel Planelles, son amigos. De esta relación surgen unos vídeos donde van de tapas por bares de Madrid... y de Barcelona. Resulta que su madre trabaja en un restaurante de la calle de Rocafort con Aragón en Barcelona, donde hacen una tortilla de patatas con pintaza. Abstenerse los del huevo muy cuajado, no es su bar. Durante la escapada madrileña, visitan un local muy tradicional con aspecto de asturiano, 'El tigre', donde piden cosas clásicas. Dicen que le ponen un 8, pero por las caras no diríamos lo mismo. Sea como sea, lo que pasa al final es lo más relevante: Olga pasa por delante de un pobre ciervo disecado con cuernos estratosféricos. El tiktoker rosa hace que se coloque bajo el animal para inmortalizarla. "¿Te recuerda a alguien?", le pregunta. Ella ríe, y se señala con el dedo para confesarse íntimamente: "A mí". Inmediatamente, todo el fandom pensando en una persona. Y dándole vueltas a qué papel jugaría cada actriz de esta película que engancha tantísimo.
@olgarixs la tapa más grande de Madrizzz @Abel Planelles ♬ sonido original - olgui