Alfonso Guerra es uno de los personajes más siniestros de la política española. Para muchos, fue uno de los motores del gobierno de Felipe González, el hombre fuerte en la sombra, su ideario. Pero él era, de serie, mucho más desagradable que la pana que siempre vestía el expresidente del gobierno. Y en la cuestión catalana hace tiempo que se muestra sin tapujos. "Torra está fabricando una incubadora de neonazis en Cataluña", "El independentismo ha hecho resucitar al franquismo", “Catalunya lleva 40 años con colegios controlados por ‘rufianes’ y TV3 es asquerosamente sectaria", "El discurso del rey fue impecable, justo lo que tenía que hacer" y cosas por el estilo.
Un personaje funesto. Que además se ve a él mismo como una especie de oráculo de la sabiduria. La peor combinación posible. Esta mañana de jueves ha ido a hablar con Carlos Alsina a Onda Cero. Quizás antes de hacerlo el desayuno no le ha sentado bien. Porque la bilis que ha vomitado delante de los micrófonos era más desagradable que de costumbre. Especialmente (qué raro...) hablando de Catalunya y sus políticos. Si él fuera Pedro Sánchez, dice, no iría a la reunión con el president de la Generalitat, Quim Torra "salvo si fuera un antropólogo y me interesara un personaje exótico. Es un hombre de paja que está trastornado, como el que está en Bruselas, más propios de un zoo que de un político".
Pero hace mucho que Guerra no se puede poner en la piel de ningún político de izquierdas. Él trabaja más la derecha ultra. Insulta a Torra, a Puigdemont... y al resto de políticos catalanes: "El Parlamento catalán está donde el zoo", dice, como si hubiera pensado la ocurrencia más original de la historia. Alsina le responde: "Sí, en el Parque de la Ciudadela". Y de fondo se siente una risita del mismo Guerra, como si se hubiera hecho mucha gracia a él mismo... Comparar a los políticos catalanes con los animales que hay cerca. Qué ocurrencia... 'Humor se escribe con G, de Guerra'. Pero con la 'G' también empiezan otros adjetivos que le van que ni pintados a este personaje. Piensen en una palabra de diez letras.