La pareja del momento ha vuelto a España. El flamante matrimonio político-royal entre José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo, que tantas horas de pasatiempos, carcajadas y surrealismo nos regaló el pasado 6 de abril. Tres días después del enlace se marchaban a Asia para disfrutar de la luna de miel. Aunque se había insistido mucho con Bután, el país de la felicidad en el Himalaya, el destino principal era las Maldivas. Sol, playa, descanso, lujo. Clásico, como ellos. Y el detalle más revelador de que no eran turistas de aventura ni trekking, sus maletas. Nos hemos marchado con más equipaje para un fin de semana a casa de los padres que este par para subir y bajar a montañas y templos con lluvia, viento o sol. Una triste mochila él, un trolley de cabina ella. Justitos. Pues bien, ya están en casa.
El día de su partida, con toda la resaca de la boda, marido y mujer nos sorprendían en el aeropuerto de Madrid practicandp el 'twinning', una cosa bien cursi como vestir idénticos. Pero claro, con la llama del amor on fire, nunca mejor dicho, se podía llegar a perdonar. Están enamorados, por amor se hacen muchas tonterías. Los pies de los tortolitos iban conjuntados con el mismo modelo de zapatillas deportivas, de apariencia cómoda para un viaje de muchas horas en avión y posteriormente, toda tipo de superficies diferentes de la jungla de asfalto de la capital de España. Un modelo en azul marino de 150 euros, y que hacían las veces de anillo de compromiso podológico y bien visible. Precioso. Pues bien, aquella armonía ya es historia.
10 días después de empezar la luna de miel, algo ha cambiado en esta solidísima unión. Demasiado rápido ya empiezan con las diferencias: el alcalde ya va por libre, adiós a las zapatillas deportivas. Mientras Teresa, con pañuelo, camiseta de 'Dónde está Wally', gafas| redondas y unos nada conjuntados calcetines a rayas, todavía utilizaba este calzado, el político se había puesto el uniforme de trabajo casual. Mocasines, una camisa con pecho palomo, y ea, pa'lante. Se ha acabado el show. Caminaban por el aeropuerto por separado, ella por delante con una amiga, él detrás, rodeado de algunos micrófonos de prensa. Al menos esta vez estaba una amiga esperando a Teresa, porque si no José Luis la hubiera dejado tirada: no sería la primera vez. Sí, en cambio, como casados.
Pero no está todo perdido. En un gesto que aún nos hace confiar en la supervivencia del romanticismo, hay ue decir que Almeida arrastraba la maleta de su mujer por la terminal, colocando su mochila encima.. Un gesto de galán clásico. Viva el amor. O lo que surja. Y si no, que le pregunte a su cuñado, Juan, que se ha líado con su prima Irene Urdangarin después de haberlo intentado con Victoria Federica. Esta familia es un hallazgo infinito, son las nuevas estrellas del mundo rosa.