Las heridas del corazón tardan mucho en cicatrizar. Miren lo que está pasando con Gerard Piqué y Shakira, la quintaesencia de una guerra entre ex. La colombiana ni perdona, ni olvida ni tiene piedad. Una situación similar, aunque en diferentes términos, es la que ha afectado al presentador Christian Gálvez y la exgimnasta Almudena Cid. El de Telecinco abandonó a la que había sido su esposa desde 2010 de manera totalmente inesperada. A la deportista, comentarista de televisión, actriz y escritora se le cayó el mundo encima. Quedó devastada. Poco después, además, llegaba la cuchillada final: se hacía público que Christian mantenía una relación con Patricia Pardo, copresentadora de Ana Rosa Quintana. Había tardado muy poco en encontrar recambio, un movimiento sospechoso... y extremadamente doloroso para Cid, que no entendía nada.
La de Vitoria-Gasteiz empezaba un descenso a los infiernos del que ha tardado año y medio en salir. Ha conseguido expulsar sus demonios internos, hasta el punto que acaba de publicar un libro, "Caminar sin punteras". Una novela que se adentra en las consecuencias de esta ruptura. Habla sin miedos, sin filtros ni corazas. Se desnuda emocionalmente, compartiendo pasajes aterradores. En una entrevista con el periodista vasco de SER Vitoria Javier Lekuona, Almu no puede ser más sincera: "El peor año de mi vida. Perdí muchos kilos, no quiero volver a verme así. No estaba preparada. Mi vida había saltado por los aires. Me confundió a mí y a todo mi entorno, fue como una bomba. Es como si preparas una boda y, sin saber por qué, no aparece el novio. Y te quedas ahí con todos los obsequios para los invitados sin repartir".
Almudena Cid explica en un libro las cicatrices que le ha dejado Christian Gálvez
Cid relata cómo intentó digerir el golpe más brutal de su vida: levantarse una mañana y comprobar que Gálvez la había expulsado para siempre. Pensaba que era lo bastante fuerte para salir adelante como había hecho durante su etapa de máximo nivel deportivo, es decir: tragarse el sapo sola, sin explicarlo a nadie. Se equivocaba. "No conté mis problemas a mis padres para que no sufrieran por mí. La confusión fue grande". Tampoco ayudaba sentirse, de repente, en una ciudad extraña: Madrid ya no era acogedora, era el escenario de su pesadilla. Deseaba volver a la capital de Euskadi con los suyos, pero una fuerza invisible la alejaba. Y se consumía por dentro: "He estado con un gorro sucio de maquillaje durante meses y no me he dado cuenta, o con tres chándales en cuatro meses". Recuperarse era una obsesión, pero no acababa de encontrar la paz a pesar de la terapia y del apoyo de sus amigos. No ha sido nada fácil.
La exgimnasta, a punto de perder la cabeza por el abandono: "Se me pasaron opciones terribles por la cabeza"
Uno de los pasajes más aterradores, cuando explica la terrible depresión provocada por la jugarreta de Gálvez. "Afortunadamente ya puedo hablar del tema notando que estoy bien, mi familia me observa y me ve en buenas condiciones. Pero hay que tener cuidado, la linea es tan compleja que te la puedes pasar. Se me pasaron opciones terribles por la cabeza". Decisiones trágicas, radicales y con aroma funesto que, afortunadamente, ha desactivado. Y lo ha conseguido sin hacer ruido, poco a poco. "La gente me dice que saque la ira, pero no me sale". Todo lo contrario, por ejemplo, a Shakira:"Cada una tiene su forma artística de transitar por estas situaciones, ella canta y yo escribo. Además, pienso que se puede facturar pero también llorar a la vez". Un punto de vista interesante, el suyo.
Almudena vuelve a sonreír, a recuperar su talante risueño y auténtico, a su vida pre-Gálvez. Y envía un mensaje a posibles pretendientes: "El que quiera vivir conmigo que se haga a la idea de hacerlo en Vitoria, de ir al monte y a pasear, a pasar un poco de frío". Vaya, como Iñaki Urdangarin. Curioso.