Repasar la fotografía que ilustra este artículo resulta, cuando menos, curioso. Es la familia real española, en 2009, a la salida de la comunión de Victoria Federica, hija de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar. Poco tiempo después, vendría el divorcio de la pareja. También vemos a Froilán, el abuelo Juan Carlos I, el tío Urdangarín... y otro tío: Álvaro de Marichalar. Todos los que hemos nombrado son casi proscritos en la Zarzuela de Felipe y Letizia, dos que por cierto no salen en la imagen. Nos centraremos, eso sí, en el aventurero Álvaro, enloquecido antiindepe y ultraderechista, que pasa el coronavirus en Miami, donde quedó atrapado (mental y físicamente) en su vuelta al mundo en moto de agua.
Álvarito ha resurgido de la depresión por la cancelación de su reto náutico con la eclosión de las protestas fachas de VOX, y se ha dedicado estos días a pregonar la palabra de Abascal en Florida, "tierra española". Ofreció un mitin en medio de la calle dirigido a un grupo de momias expatriadas, y los vídeos resultan patéticos y ridículos. No vale la pena reproducir sus palabras, porque no es más que propaganda de extrema derecha rancia y pesada. Pero la gesticulación del personaje resulta entretenida: un 'franquito' bronceado hablando de libertad y rezando un padre nuestro por el bien de la patria. La red colapsa del ataque de risa.
Más cosas buenas que nos deja la pandemia: tenerlo muy lejos. Si se queda un poco más, puede jugar al dominó con Juan Carlos cuando se exilie en el Caribe para evadir sus responsabilidades.