Nuevo capítulo de la exhibición física de Amaia Montero después de haber adelgazado de forma espectacular haciendo yoga y manteniendo una vida saludable. Tan saludable que incluso se ha quitado de encima uno de los vicios más perjudiciales para su salud: pelearse en las redes sociales contra medio mundo. Después de cerrar su cuenta de Twitter, la vida le sonríe, ella sonríe, el universo sonríe. Todos felices. Ella, la primera, claro. Su Instagram se ha convertido en una especie de escaparate de felicidad y de instantáneas luciendo 'palmito'. La antigua y malhumorada Montero parece haber pasado a la historia.

Amaia Montero delgada en la cama / @amaiamonterooficial

La sobredosis de gozo tiene, sin embargo, algunos efectos secundarios. A veces roza el delirio: la última fotografía es una buena muestra. Montero es una influencer "de tomo y lomo", y no va a ningún sitio sin la cámara del móvil. Incluso en la ducha, donde se ha vuelto a inmortalizar en una estampa veraniega... en pleno otoño. Una ducha, por cierto, minúscula. O eso parece. Quizás la confusión con las medidas del lavabo radica en el bikini color rosa chicle que puede provocar alucinaciones visuales. Tan chillón que 9 de cada 10 oftalmólogos recomiendan gafas de seguridad. Ahora bien, lo que es bien seguro es que la silueta de la vasca, exlíder de la Oreja de Van Gogh, se ha transformado increiblemente. Eso no se lo quitará nadie.

Amaia Montero en concierto en el pasado / GTRES

A Amaia el empacho de simpatía y buen rollo le sienta de maravilla. Que dure.