Piélagos es un municipio de Cantabria que en junio celebra las fiestas de San Antonio de Renedo. En los jardines del Palacio Bustamante (en honor del cantante David Bustamante) actuaban The Golden Apple Quartet, la Orquesta Caeynna y el plato fuerte de la noche del sábado: Amaia Montero, la exvocalista de La oreja de Van Gogh. Su cuarto disco en solitario se titula Nacidos para creer pero quien ya no cree es su público. Es habitual que los espectadores graben más que disfruten los conciertos pero en este caso las grabaciones son la prueba del desastre:

El público clamaba "vergüenza", "mañana sales en todos los zappings", "patética". Los más suaves dijeron que "desafinaba" o que tenía "un comportamiento extraño" y los que lo veían más claro aseguran que iba ebria.

¿Cuál es el colmo de Montero? Es una vocalista que no vocaliza. Boca pastosa y tambaleante en el escenario. Como eran unas fiestas populares con una carpa en la calle, el público no la silbó reclamando que les devolvieran el precio de las entradas porque no había entradas. El concierto lo pagaba el Ayuntamiento. El patetismo era ver a Amaia intentando hablar en inglés con su equipo. Justificó su mala actuación por "una apretada agenda que no ha permitido ensayar". Amaia de España sólo puede haber una: la de OT.

 

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En el caso de la Montero llueve sobre mojado y ya fue a recoger un premio tambaleante. Las redes ni olvidan ni perdonan:

En los vídeos se puede ver como los músicos se reían de la situación mientras Amaia se afanaba por no caer. Como cuando hace diez años recogía el premio de Los 40 principales. Entonces parecía fumada:

Entonces confesó: "Me había tomado un ansiolítico para la ansiedad". Acababa de morir su padre. 10 años después lo ha superado y ya no va de trankimacines sino de birras.