Ana Iglesias, ganadora de Masterchef 8. La joven empresaria madrileña se ha coronado como vencedora de la edición más rocambolesca de todas, que durante meses tuvo que parar las grabaciones por la crisis del coronavirus y que ha estado marcada por las sonadas polémicas de algunos de sus concursantes, desde el pájaro muerto de Saray hasta la competitividad extrema (y enfermiza) de Andy, Iván y Jose Mari. Pero Ana ha demostrado saber estar por encima de cada una de estas circunstancias y, sin hacer demasiado ruido, paso a paso, ha trabajado más que el resto para proclamarse campeona.
En las dos primeras pruebas de la gran final del lunes por la noche, Ana se ahorró tener que cocinar. Después de la semifinal de hace una semana, la aspirante obtuvo la anhelada chaquetilla que le daba el pase directo a la final. Faltaba conocer el nombre de los otros dos concursantes que la acompañarían. Gracias a una ensalada de bogavante complicadísima, con una lista interminable de ingredientes y de elaboraciones diferentes, creación del chef Martín Berasategui, el segundo en conseguir hacerse un lugar como finalista fue el también madrileño Andy. Y el tercero fue el gallego Iván, que se ganó una plaza en la final por los dos platos que preparó en la prueba de exteriores, que se hizo en el restaurante Bohío de Toledo, propiedad del miembro del jurado Pepe Rodríguez. Fuera quedaron el catalán Alberto y la canaria Luna, que a pesar de no haber resultado ganadores de Masterchef se llevaron otro premio: su propia historia de amor, cocinada a fuego lento en las cocinas del reality y sellada con un beso de película el día de la despedida.
Tres aspirantes en plató y sólo un posible ganador. Ana, Andy e Iván se la jugaban con el menú que escogieran para brillar por encima del resto. Como les pidieron que cocinaran dos platos y un postre que explicaran alguna cosa de ellos mismos, Ana decidió unir sus dos pasiones, la joyería y la cocina, y preparó unas ostras con champán y caldo de jamón con melón, pichón a baja temperatura y un alfajor argentino deconstruido. Andy se decantó por unas uvas carbonatadas y foie a baja temperatura, presa ibérica también a baja temperatura con un puré de calabaza y mandarina, además de un pastel de zanahoria, que hicieran honor a las valoraciones de los jueces durante su paso por el concurso, que siempre definen sus platos como "pretenciosos". Y para acabar, Iván homenajeó a su tierra con un plato de navajas, un salmonete crujiente con sopa thai y una tarta de Santiago, elaborada a su manera.
Nervios y tensión durante la preparación y la cata del jurado. Pero la decisión ya estaba prácticamente tomada cuando Joan Roca, invitado a la final, definió lo que le presentó Ana como "un plato de tres estrellas Michelin". La madrileña ganó el concurso, Andy quedó segundo e Iván, tercero. "Eres la ganadora ejemplar (...) no puedo criticar nada del trabajo que has hecho", la felicitaba un Jordi Cruz pletórico. Samantha Vallejo-Nágero y Pepe Rodríguez sólo tenían buenas palabras para la campeona: "Has ido evolucionando como una hormiguita, poquito a poco (...) se puede llegar al éxito de una forma más pausada y humilde".
En medio de la alegría desatada en el plató con la victoria de Ana, la nota discordante: la polémica Saray no se quiso perder la final y acudió. El programa se grabó hace unas cuantas semanas y la exconcursante filtró cómo quedarían las cosas, con un listado que decía: "Ganadora Ana, 2º Andy, 3º Iván, 4º Alberto, 5º Luna". Y así ha sido. Ahora se enfrenta a una sanción en forma de multa. Exactamente la misma cifra que se embolsa el ganador del talent: 100.000€. Este año a TVE le saldrá barato el programa.