Ana Obregón continúa absolutamente devastada por la muerte prematura de su hijo Álex Lequio. El cáncer acabó con la vida del joven de 27 años, y la actriz no encuentra sentido a su vida. Ya lo explicaba cuando la noticia todavía era reciente: "se apagó mí vida". Dos semanas después, sigue sin consuelo. Y se ha vaciado en una carta conmovedora en las redes sociales.
"Nunca te ha gustado que hable de ti públicamente, perdóname, me lo pide el corazón". Así empieza el escrito, que agradece las incontables muestras de afecto que ha ido recibiendo durante esta pesadilla. Un texto lleno de recuerdos, como "tus primeras palabras fueron: "yo solito", antes que papá y mamá. Y tú solito has querido vivir una vida discreta, sin protagonismo". La enfermedad se cruzó en su camino: "has luchado con una sonrisa, ayudando y animando". Poco a poco se va rompiendo y Obregón no puede contenerse: "¿Qué puedo decirte? Que eras /eras mi vida y ahora ya no hay nada. Que perder un hijo es morir y tener la obligación de vivir."
Un niño que pierde a sus padres es huérfano. Una madre o un padre que pierde a un hijo, no hay palabra para describirlo. Así es de terrible.