Cada 15 de febrero se produce desde hace tres años el mismo equívoco: es el día de la Lucha contra el cáncer infantil y como cada causa benéfica tiene un símbolo. La lucha contra el Sida, lazo rojo. La lucha contra el cáncer de pecho, lazo rosa. La lucha contra el cáncer infantil, lazo amarillo. Pero desde que en el 2017 se encarcelaron los presos políticos independentistas y se escogió este mismo símbolo, los presentadores de TV se niegan a lucir un lazo amarillo el 15 de febrero. Flaco favor a la batalla médica contra el cáncer en niños. Otros VIPS, desacomplejados, lo lucen sin miedo, como Ana Obregón:
La presentadora es la más vista del año, con unas Campanadas en TVE de récord, y de recuerdo para dedicarlas a su hijo Álex Lequio, muerto de cáncer de huesos a los 27 años. Sin problemas cuelga lazos amarillos, símbolo de la lucha contra esta lacra. ¿Dónde está el problema? ¿Por qué Ana Rosa Quintana o Carlos Franganillo, para citar dos nombres, no lo lucieron? La Quintana no tiene problemas al ponerse lazo negro por las víctimas de la Covid o lazo lila el día de la Mujer. Pero hacen el ridículo con su aversión al color amarillo.
Los colores no son de nadie. El lazo amarillo lo toma quien quiere. En los EE.UU. es un símbolo para reclamar el retorno de los soldados enviados al extranjero. Aparecía por ejemplo a la serie Homeland y no era para reclamar la libertad de Junqueras o Rull:
Ana Obregón, una mujer que ha sufrido y que a los 65 años no tiene las manías, complejos y fobias absurdas de otros. Cada 15 de febrero todos un lazo amarillo en la solapa. Y a quien le pique, que se rasque.