El estallido de violencia ultra aprovechando el estado de alarma y las restricciones por la pandemia del coronavirus ha llegado a la mesa del programa de Ana Rosa Quintana. El análisis de la presentadora favorita de la parroquia facha, a pesar de que esperado, es lamentable: los culpables son grupos ignotos, desconocidos, seres fantasmagóricos de los que es imposible precisar el origen. Vaya. Ni las pintadas antisemitas de Barcelona, ni los 'sieg Heil' escuchados en diferentes ciudades del estado, ni siquiera el apoyo explícito de VOX en redes sociales son indicios lo bastante contundentes para ella. Tampoco que los Mossos d'Esquadra le hayan dicho que grupos radicales de ultraderecha son los autores. No hay más ciego que el que no quiere ver.
"No politicemos esto", ha dicho Quintana mientras se hacía 'la longuis' en torno a los responsables de saqueos, incendios y agresiones a la policía (quien, por cierto, no demuestra la misma contundencia con los ultras que con el resto de mortales). "Radicales sin grupo concreto", así los ha bautizado. Por si su relato no era lo bastante patético, tenía a un "amiguito del alma" a su lado, Eduardo Inda, haciendo de Manolo el del Bombo con sobredosis de cafeína. Otra definición es todavía más siniestra, cuando ha dicho que "han salido los de siempre". ¿De quién habla AR? ¿Está atribuyendo el caos al enemigo indepe o antifascista? No le den muchas vueltas: seguro que sí. La red está atónita, por mucho que conozcan 'la patita' de la de T5.
Que haga una ouija con Iker Jiménez, o llamen a la bruja Lola. O que se gradúe las gafas|ojeras. Quizás así acaban resolviendo el misterioso caso de los disturbios.