Quizás si pudiera dar marcha atrás en el tiempo, Ana Rosa Quintana modificaría alguno de sus comportamientos. ¿Defender a Ayuso y a VOX? No. ¿Insultar a independentistas? Nunca. ¿Evitar comidas con Inda, Villarejo y compañía? Bah. ¿Decirle a su marido que no extorsionara a exsocios? 'Va a ser que no'. Nos referimos a una cuestión mucho más prosaica: terminar temporada en su programa y marcharse de vacaciones dos meses. Desde que veranea, no ha tenido una semana tranquila. Además de acudir al funeral del veterano presentador Tico Medina, la de Telecinco se ha visto perturbada por noticias que afectaban directamente a su espacio televisivo e incluso a su futuro judicial.
El caso más reciente, el enfado monumental al comprobar que, milagrosamente, tiene periodistas valientes y comprometidos con la libertad en su mesa de debate. El discurso de Javier Ruiz por el asesinato del joven Samuel y la vinculación de la extrema derecha con la homofobia le enfureció. Inmediatamente, sacó la espada y ¡zas!, Ruiz despedido del matinal de Telecinco. Censura, pura y dura. Quintana es la ama y lo que allí se opina tiene que llevar su visto bueno. Si no es así, kaputt. Este es el concepto que tiene de "pluralidad".
Otra de sus especialidades, cuando analizamos los contenidos de su oferta diaria, es la de silenciar todo aquello que le moleste, la deje en ridículo o le desmonte el chiringuito. Las peripecias delictivas de su marido Juan Muñoz son el máximo exponente: tardó una eternidad en opinar sobre el escándalo de coacciones, prostitución y drogas que había dejado a la audiencia estremecida. Y evidentemente, hará exactamente lo mismo con la decisión del juzgado de Primera Instancia de Madrid que ha admitido a trámite la demanda que le interpuso una de sus bestias negras, Pablo Iglesias. El exlíder de Podemos y exvicepresidente ha dejado la política activa, pero no así las causas judiciales contra aquellos que, como Ana Rosa Quintana, lo difamaban y mentían deliberadamente.
Es lo que tuvo lugar cuando le acusó de ser responsable de la muerte de personas mayores en las residencias por la covid en Madrid. Quintana dijo: "El líder de Podemos echó en cara los muertos en las residencias a Díaz Ayuso, cuando era él responsable de los geriátricos". Una falacia que podría tener consecuencias, ya que rechazó rectificar. El procedimiento avanza, a la espera de que sus colegas de la judicatura le echen una mano. Quizás entonces, cuando todo se detenga o se archive, es cuando Ana Rosa dé el orden a sus subordinados para explicar punto por punto su versión del conflicto. Porque, evidentemente, nadie en 'El Programa del Verano' ha osado abrir la boca. Ni Ana Terradillos, ni Patricia Pardo, ni el tato. Todos saben cuál sería el precio: la puerta de salida. "Vaya despiste", dice el periodista independiente y activo tuitero PabloMM.
La ídola de los Mossos españolistas es la definición perfecta de 'sesgo': lo tienen sus opiniones, cojas siempre del mismo pie, pero también sus informaciones: solo habla de lo que le interesa y le favorece.