La nueva portavoz de Cs en el Congreso de los Diputados, Inés Arrimadas, ha vuelto a Barcelona. No, no ha conseguido ni mucho menos entrar en el ayuntamiento de la ciudad (una quimera, iba cerrando la lista de Manuel Valls), pero la posibilidad de un frente Colau-Collboni-Valls para evitar que Esquerra gobierne la ciudad quizás ha movido a Arrimadas a coger el primer AVE hacia Catalunya. La número 2 de Albert Rivera ha dedicado unos minutos de su agenda en Barcelona a El Programa de Ana Rosa, donde se morían por saber las opciones reales de este pacto antiindepe, una fantasía húmeda para los unionistas. Quizás ha sido el exceso de entusiasmo de la conductora del matinal de Telecinco el motivo de un memorable episodio en el que Quintana ha enviado un claro mensaje a su amiga Arrimadas. El protagonista, Manuel Valls, a quien Ana Rosa Quintana considera amortizado y del que presume de que "importa un pito" en la sede de Ciudadanos.
"Ay, para nada. Ana Rosa, no seas mala", se reía avergonzada Arrimadas, que no quiere quemar el comodín Valls antes de jugar la partida. Pero es que Ana Rosa tiene al fracasado candidato francés entre ceja y ceja, después de oírlo amenazar a Cs con romper su coalición si pactan con la extrema derecha de VOX. "Tengo muy buena relación con Manuel", continuó la naranja, pero la periodista tenía la réplica a punto: "¿Y qué tiene eso que ver?". A Manolito le deben estar silbando los oidos de mala manera, escuchando a la reina de las mañanas despreciar sus resultados electorales y dándolo por acabado. Extraño, cuando menos, este movimiento de Ana Rosa, cuando el pacto "Frankenstein" todavía no ha pasado de "concebido no nacido", que diría Isabel Díaz Ayuso.
Finalmente, Arrimadas ha tenido que posicionarse ante este posible pacto con Colau para evitar que Ernest Maragall gobierne (algo que le pone, asegura, "los pelos de punta"). Te entendemos, Inés, en Catalunya llevamos años con esta sensación incómoda y desagradable sensación cada vez que has "perpetrado" tu actividad política. En todo caso, la de Cs parece jugar una partida de póquer y no enseña sus bazas. Más bien, sigue con los dogmas, desconfiando de cualquier posibilidad que incluya a los socialistas (a quienes ve pactando con Colau y Maragall), pero deslizando que "paciencia, todavía tienen que pasar muchas cosas". Viniendo de los "veletas" de Cs, podemos esperar cualquier cosa.